3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La desaparición forzada de personas en el Oriente Antioqueño

Oscar Castaño

Por Oscar Castaño 

Asistí esta semana al Conversatorio: Experiencias y Retos de la Búsqueda de Desaparecidos en el Oriente Antioqueño. Espacio convocado por la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, instrumento creado a partir de los Diálogos de la Habana y Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia y realizado en la Sede del Carmen de Viboral de la UdeA.

Sea lo primero reconocer la enorme importancia que este tema tiene para una Región en la cual las estadísticas reflejan tres mil ciento cuarenta y nueve- 3.149- personas dadas por desaparecidas y cuya memoria permanece, dolorosamente, en cada una de sus familias y de sus comunidades.

La desaparición forzada fue un arma de guerra usada por todos los actores de la confrontación ilegales que, por las historias que conocí hace más de dos décadas despedazaban, con motosierras, a sus víctimas indefensas en el puente que da al Corregimiento del Jordán en San Carlos. Me dijo alguna vez uno de los jefes paramilitares que: «Los traíamos por camionados, desde varios municipios hasta este puente, aquí los matábamos y los tirábamos al rio», o se los tiraban a los cocodrilos para que se alimentaran en el lago de un famoso hotel de la Autopista Medellín-Bogotá. Pero también legales que, como lo acaban de expresar varios militares en audiencia pública de la Justicia Especial para la Paz: «Muchos fueron mostrados como dados de baja en combate y enterrados como NN en diversos cementerios».

Por supuesto que estos son solo algunos casos, porque no sabemos con toda certeza lo que paso con los 3.149 desaparecidos que aparecen en los registros y si algunos de ellos siguen con vida como esperan sus familias.

Recuerdo recorrer alguna vez el cementerio de Granada y ver la cantidad de lapidas con la descripción «NN hombre joven» o «NN mujer morena», para no mencionar el pequeño cementerio del Corregimiento de Santa Ana donde solo muy pocas lapidas tenían un nombre con apellido, la gran mayoría eran solo NN.

Hace algunos años estuve con el Padre Oscar Maya, Director de Prodepaz en los termales de Santa Rosa en Nariño donde se mantuvo por años el campamento central del Frente 47 de las FARC y donde los campesinos, que nos acompañaban, nos contaron que existían varias «fosas comunes» de personas que habían sido desaparecidas por ese grupo armado. Nosotros pudimos ver huesos humanos esparcidos por el suelo.

El ELN también tiene su cuota de horror en este macabro ejercicio de guerra en el Oriente Antioqueño.

En el Conversatorio estuvo, además del Rector de la Universidad de Antioquia, John Jairo Arboleda y la Directora de la Unidad de Búsqueda, la carmelitana Luz Janeth Forero, la señora Flor Gallego, Lideresa de víctimas y a quién le desaparecieran mucha parte de su familia en la Vereda La Esperanza del Carmen de Viboral.

Hacer Memoria es, sin ninguna duda, absolutamente doloroso en un Territorio como el Oriente Antioqueño en el que la desaparición fue una práctica permanente de las AUC, ACMM, FARC, ELN y Agentes del Estado, pero necesaria para que NUNCA MÁS se repita el horror, el dolor y la tragedia de la desaparición forzada.

Por extraño que parezca, me alegró mucho participar en un Conversatorio tan triste y saber que la Academia y el Estado hacen esfuerzos por «Hacer Memoria» de un fenómeno tan doloroso, pero tan necesario de tratar por quienes NO ESTAN y sus familias siguen ESPERANDO.