26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La ciencia no es un carnaval 

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Los seres humanos usamos y aceptamos distintos métodos para llegar a conocer. Entre ellos los de las ciencias. En las redes sociales se circuló el texto titulado «Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) para el Buen Vivir, el Vivir Sabroso y el Ejercicio Efectivo de una Democracia Multicolor». Elaborado por “Integrantes del Grupo Gestor en SNCTI del Pacto Histórico”. Parece escrito por diversas manos, sin unidad de estilo, sin coherencia ni rigurosidad conceptual. 

Este documento que fue circulado con algún viso de legitimidad como «Grupo Gestor» fue, ante incesantes críticas bien fundamentadas y reconocido temor y alarma en los medios académicos y en la comunidad de científicos del país, negado como posición oficial del nuevo gobierno nacional de Colombia, por uno de los autores y miembro de la Comisión de Empalme del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación, alegando que se hizo público sin autorización; pero, a la vez,  invitó «a pensar en las oportunidades que, desde las ciencias, las disciplinas y las profesiones tenemos para contribuir al cambio y garantizar que Ciencia, Tecnología e Innovación se constituyan en pilares de la agenda del gobierno» (https://rb.gy/n6v7va). En consecuencia, me manifiesto sobre las profundas imprecisiones y confusión que dicho grupo escribió sobre la naturaleza, usos y efectos de un logro superior de la humanidad, como lo es el saber científico y su impacto en el desarrollo y bienestar de las comunidades. 

En el documento, con ligereza y sin fundamento, se cuestiona el modelo vigente de las ciencias, el cual es caracterizado como uno de dominación acompañado de desarrollos tecnológicos hegemónicos que han dañado mucho a la naturaleza y a las sociedades. Así, se propone construir uno nuevo, un modelo distinto de la investigación científica que cuestione la lógica del actual. Con semejante razonamiento, los gestores buscan enfrentar «las demandas de las mayorías ‘postergadas’ en los territorios subordinados al centralismo y al despojo» y cambiar las políticas públicas de ciencia y tecnología para que al recentrarla en la «reconstitución, sanación y protección de la red de relaciones de la vida, el buen vivir y el vivir sabroso» (sic). Se agrega, sin ninguna precisión conceptual, ni fundamentación teórica alguna, que con la sustitución del modelo científico actual: «Se trata de superar la ciencia logocéntrica, monológica, antropocéntrica, tecnocéntrica y patriarcal, para construir transiciones pluriversales y ecocéntricas en las que prime la vida». Frase tirada a la tiña, y con severa encriptación, para quien desee recoger y entender el galimatías. 

Reconocemos todos lo obvio: No todas las soluciones a problemas han tenido su origen en las ciencias. Así mismo, se acepta y se lucha para que haya apropiación social del conocimiento científico, asuntos que desde tiempo atrás es impulsado por amplios sectores de las comunidades académicas y científicas, manifestado en Internet por el ya viejo movimiento de «Open Access» para software, aplicativos, herramientas digitales, artículos y textos científico que, con fundamento en la «Declaración de Budapest» de 2002, promueve el  acceso libre a la información y al uso sin limitaciones a los recursos digitales por parte de todas las personas en el mundo (https://rb.gy/5za7bi). En paralelo, está la iniciativa de las licencias  de  «Creative Commons» (https://rb.gy/xjs3hd) que permiten «a cualquier usuario descargar, copiar, distribuir, traducir, reutilizar, adaptar y desarrollar su contenido sin costo alguno», pero preservando siempre los derechos morales del autor. 

También es obvio, que las comunidades científicas en Colombia sigan exigiendo la necesidad de fortalecer y debidamente financiar los programas de investigación a través de convocatorias. A lo que más recientemente han agregado garantizar el fortalecimiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, de reciente creación, de manos de un legislador con clara visión de la importancia social de las ciencias y de los procesos, hoy esenciales, de innovación tecnológica e innovación social. 

Todos debemos comprender, como bien lo señalado la UNESCO, que la ciencia es el emprendimiento colectivo más grande que contribuye a mejorar la vida, a vivir a más tiempo para obtener más y mejores alimentos. La ciencia genera conocimiento fidedigno que contribuye a nutrir nuestros espíritus y ofrecer oportunidades para comprender las complejidades de los mundos natural y social; contribuye ella a mejorar la calidad de vida y a brindar oportunidades para mejorar los procesos formativos escolares y a tomar decisiones mejor fundadas como ciudadanos. La ciencia se fundamenta en el espíritu inquisidor, altruista e inteligente del ser humano y permite satisfacer necesidades sociales y fundamentar las exigencias para una sociedad justa y equilibrada. También permite cimentar y organizar las acciones para explicar la necesidad de oponerse a los usos indebidos de los avances científicos y tecnológicos. No pueden los gobiernos, destaca la UNESCO, tomar decisiones sobre el agro, la educación, la salud, el medio ambiente, las aguas, la energía, el transporte y la preservación de la biodiversidad, sin fundamento en probados conocimientos científicos. Por lo mismo, tienen los gobiernos la obligatoria tarea de promover el desarrollo de las ciencias, de facilitar el acceso a ellas a todos y de promover el empleo de sus resultados para el bien común y la vida digna de todos, como valores humanos supremos. (https://rb.gy/puxbpn). 

En las escuelas las ciencias proveen conocimiento, inspiración y apertura de mentes para la creación, la innovación, el desarrollo de la inteligencia y para entender, entre muchas otras, las opciones en el muy complejo y cambiante mundo laboral. Tienen ellas importancia en cada uno de los campos del saber humano, desde el ABC (artes, bioética y cultura) hasta la Z (zoología), para un entendimiento del complejo mundo natural y también del social con sus lógicas y sus sistemas. Con base en ella, los alumnos aprenden la importancia de los conceptos, así como también la naturaleza y valía de otros diversos modos de conocer y de validar los conocimientos. Comprenden, a la vez, que han sido y son necesarias los diversos métodos y las teorías científicas alternativas, que toda teoría tiene carácter provisional y que cada una es superada, no por la acumulación simple de conocimientos, sino por rigurosos procesos de verificación de evidencias y también por rupturas con ellas. Entienden los estudiantes la importancia de tales rupturas sobre vigentes explicaciones del mundo natural, social, mental o psicológico. Desde el mismo campo científico, o desde otros externos, todo conocimiento está sometido a análisis o cuestionamientos. (https://rb.gy/bw9uwe,https://rb.gy/f6dzn4). 

La formación escolar y ciudadana implica, así mismo, aprender que no es la ciencia per se la que lleva a usos impropios de los avances científicos y de las aplicaciones tecnológicas derivadas de sus hallazgos y explicaciones; tampoco es ella culpable de los abusos que cometen gobiernos y diversidad de grupos con intereses, entre otros, económicos, ideológicos, de dominación, raciales o políticos. Tampoco es una derivación natural de los hallazgos científicos, la apropiación privada de conocimientos que deben ser de acceso libre. No es atribuible al modelo de las ciencias el uso impropio de sus resultados que agravan o justifican las desigualdades sociales, la exclusión y la discriminación étnica y de otra índole, los que violentan la privacidad, justifican la violación de los derechos humanos o dañan ecosistemas con la riqueza de biodiversidad necesaria para la salud e integridad del planeta. Por el contrario, el conocimiento científico es una herramienta poderosa de los ciudadanos para controvertir u oponerse a semejantes prácticas, creencias, acciones  o comportamientos.(https://rb.gy/ykq83q). 

El denominado «Grupo Gestor» señala lo que autodenominan «Principios Rectores»: Ciencia, Tecnología e Innovación para vivir sabroso…con la valoración de las sabidurías y epistemologías locales, la transición para vivir sabroso…recuperar esas formas de saber de comunidades étnicas excluidas para generar las transformaciones para el buen vivir y el vivir sabroso…acompañada de una transición epistemológica». 

Todo ciudadano o grupo de ellos puede formular propuestas por los conductos legalmente establecidos. No puede, cada uno, asumir que lo propuesto será ley. A la vez, no puede un grupo de ciudadanos, por cercano que sea al grupo del nuevo gobierno, sustituir al presidente democráticamente elegido por la vicepresidente; en dos apartes del documento se lee: «Todo con base en los postulados del programa de gobierno de Francia Márquez y Gustavo Petro»

Sin pretensión de epistemólogo, el gran ciclista Rigoberto Urán, desde su condición de ciudadano, trabajador y empresario, con mucha precisión, sin la rimbombancia y esfuerzos para «construir transiciones pluriversales y ecocéntricas», formuló una reflexión sobre la importancia del trabajo duro y constante.  Ha dicho: «No hay que ‘comer cuento’ de vivir sabroso. No se pueden comer ese cuento de vivir sabroso. Hay que trabajar duro, parce, porque aquí nadie le regala nada a uno. La vida es como el ciclismo: todos los días hay que batallarla y las expectativas de las metas permite resultados». (https://rb.gy/gfuj5r). 

No es mala idea pasar bueno, vivir sabroso. La búsqueda de la felicidad es un don preciado, pero sustituir la ciencia actual por otro modelo epistemológico, como condición y principio para poder «vivir sabroso», resulta, aun con el hedonismo más primitivo, es un exabrupto.  

Con la gran Celia Cruz reconocemos que en la vida y en la ciencia hay momentos malos; que la vida hay que vivirla. Pero, la ciencia no es un carnaval.