26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Falsificando el lenguaje

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez

¿Qué tal que un importante periódico encabezara su primera página dando la noticia de que un nazi sobreviviente ha decidido interponer una demanda contra el Tribunal de Nuremberg “por considerar que fue injusto condenándolos por matar millones de seres humanos”? ¿O que encabezando esa primera página otro importante periódico nos dijera que los herederos de Stalin o Pol Pot han decidido interponer una demanda contra los Tribunales de la Historia que los condenaron por asesinar a más de treinta millones de personas dejándolos morir de hambre, fusilándolos, enloqueciéndolos en terribles interrogatorios? ¿No es en estos casos donde el concepto de Crimen de Lesa humanidad cobra toda su vigencia?  

La crisis de los distintos medios de comunicación surge – no me cansaré de reiterarlo- de la deliberada alteración del lenguaje para no decir la verdad e introducir en la ciudadanía la incertidumbre al lanzar subliminalmente la idea de que la justicia podría haberse equivocado y desalmados asesinos confesos “podrían” ser mansos corderas(os).  

Todos somos susceptibles de caer en cualquier aberración y la peor es no saber distinguir entre el bien y el mal. Es el camino de confusiones que va del uso del eufemismo – “No, fue una acción en defensa de las bases populares”- hasta lo que hemos llegado a conocer como las falsas verdades porque aun cuando ya existan secciones especializadas en distinguir  entre la verdad de los hechos y las falsedades de los fake news la mutación de las políticas informativas para no basarse en los hechos sino en especulaciones caprichosas, continúa bajo estrategias más sofisticadas y una de ellas sigue siendo los falsos titulares con que se encabeza una noticia en primera plana.  

Colocar en el encabezado de primera página la noticia de que los Comandantes de las Farc demandarán a la JEP por calificarlos de esclavistas es relativizar descaradamente la verdad creando en el lector la idea de que estos criminales “podrían” ganar a la JEP esta demanda, cuando ha sido muy claro el  pronunciamiento de la JEP – apoyada  sin duda alguna por el Presidente de la CPI – a partir de documentos y testimonios que no se prestan a falsas interpretaciones ya que son lo que son: documentos sobre la maldad humana que de inmediato y bajo los códigos de la justicia universal le deben ser aplicados a los carniceros de las Farc en el momento  de llevarlos a juicio.   

Lo que las imágenes muestran sobre el Mono Jojoy y Borugo su terrorífico Campo de exterminio es una demostración de que para los estalinistas de las FARC este tipo de campos de castigo para secuestrados en todos los lugares del país es una verdad irrefutable que no puede ponerse en duda y es como lo fue en el caso de los descubrimientos de Buchenwald y de los Gulags soviéticos, de las cárceles de tortura de Maduro algo que modifica radicalmente la historia al encontrarnos ante masacres que obedecen a un patrón, una sistematicidad y tienen un objetivo político, que debe ser enjuiciado rigurosamente por un verdadero tribunal de justicia.  

Pero, atónitos, estamos comprobando que, paradójicamente los distintos medios de comunicación y desde luego los llamados Partidos Políticos parecen estar eludiendo y entorpeciendo, incluso lo que este descubrimiento del horror supone ya que inevitablemente han cambiado las reglas del juego y la llamada contienda electoral debe responder a esta defensa de las víctimas y a la condena explícita de métodos de terror y exterminio que no pueden seguir prolongándose indefinidamente. 

Afortunadamente la narrativa sobre esta tragedia que antes fue enfocada desde el punto de vista de los verdugos mostrándolos como héroes se ha dado la vuelta y el país y el mundo comienzan a escuchar las poderosas voces de los muertos desde la luz definitiva de la verdad.  

“El silencio del miedo nos hace cómplices, por omisión, de la barbarie”, nos recuerda el recién fallecido Jean Luc Nancy.  

Y ¿el silencio por mera complicidad no es genuina barbarie? ¿No lo es la indolencia moral de quienes conociendo estos hechos callaron?