25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

EPM: invitación a la reflexión

Francisco Valderrama

Por Francisco L. Valderrama A.

Las escasas y vagas explicaciones del señor Gerente respecto al cambio del objeto social de EPM dan la impresión que no ha entendido claramente su misión. Ha reiterado que alineará la entidad al plan de desarrollo del alcalde, justamente el riesgo advertido desde todos los frentes.

A la administración municipal le asiste el derecho de apoyarse en la institución para proyectos que sean compatibles con su objeto social, pero ajustarla al horizonte de corto plazo de un programa de gobierno de cuatro años es una aventura temeraria.

Entre 1997 y 2019 EPM ha transferido al municipio de Medellín un poco más de 21 billones de pesos, en pesos constantes de 2020. Seis mil millones de dólares. De ese tamaño es el riesgo que el gerente niega. Su insistencia  respecto a la procedencia de cambio propuesto y pospuesto, deja el mal sabor de un propósito no expresado claramente. Ni interferencias políticas ni intereses empresariales y gremiales le hacen bien a EPM.

El Concejo es el escenario de la democracia. Esperemos que en lo atinente al cambio del objeto social no repita la triste historia del servicio de telecomunicaciones. El momento actual demanda la capacidad de reflexión que no tuvo cuando entregó UNE a MILLICOM, con  consecuencias funestas, oportunamente advertidas y tristemente desoídas.

Existe un principio fundacional, no escrito, que ha guiado la meritoria gestión pública de EPM: En lo esencial, en el almendrón de su quehacer empresarial, lo que hace hoy lo pensó el de ayer y lo que  piensa hoy la realizará el de mañana. La institución no es ni puede ser un instrumento de corto plazo de la administración de turno.

La dimensión de la entidad demanda de su gerente atributos adicionales a ser amigo del alcalde de turno. Debe ganar también la confianza ciudadana y la de la propia organización, condiciones necesarias y retos formidables para mantener a EPM pública, eficiente y eficaz. De un lado, cuidar el sentido de pertenencia de su recurso humano, hoy bastante deteriorado, y del otro, recuperar la confianza ciudadana, erosionada por el propio alcalde con señalamientos irresponsables durante su campaña electoral.

Los procesos de selección de personal deben ser respetados y cumplidos y la postulación de candidatos ha de ser pública y transparente. La idoneidad está por encima de consideraciones y amistades de cualquier índole. Los cargos no son para pagar favores ni adhesiones políticas. De otro lado, los procesos contractuales tienen que asegurar pluralidad y transparencia. En ninguno de los dos campos se puede permitir la más mínima desviación.

Las decisiones de EPM están concentradas hoy en muy pocas personas, seguramente capacitadas, pero no es esa la cultura de una empresa que privilegia su institucionalidad. El necesario debate interno, abierto y plural, no se puede minimizar o desaparecer. Su recurso humano necesita ser respetado, convocado y valorado en función de los roles desempeñados y la experticia que los acompaña. No se trata del respeto burocrático sino del que merece un grupo humano competente y comprometido.

La competencia profesional y la visión de largo plazo están adentro. El hilo conductor lo provee su recurso humano, no las coyunturas electorales. Preocupa la actual proliferación de asesores externos. Las asesorías son válidas cuando no existe personal capacitado interno, Y si han de existir, son los asesores los que se tienen que alinear con la cultura de la empresa y no al revés.  La entidad no se puede  administrar desconociendo su experiencia y conocimiento. Esa circunstancia, con consecuencias deplorables, ya la padeció la organización.

En épocas de austeridad debería ser motivo de reflexión la destinación de millonarios recursos a asesorías externas si ellas no son estrictamente necesarias y se pueden suplir con el recurso interno. Para gestiones institucionales parecen innecesarias unas nuevas oficinas en un lujoso hotel en Bogotá, máxime si ya se dispone de instalaciones dignas para ese menester.

En medio de semejante crisis social y de salud, flaco servicio presta el señor gerente distrayendo la atención del  alcalde en aventuras innecesarias con nuestra empresa insignia.