3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

En Navidad aceptemos el regalo que el Dios Padre nos ha dado 


Enrique E. Batista J., Ph. D.
 

https://paideianueva.blogspot.com/

La Navidad regresó, regresa cada año, sin irse. La Navidad es eterna como lo es el Creador del universo. 

Los cristianos celebramos la Navidad como un evento extraordinario en la vida de cada uno de nosotros. Es un acontecimiento de amor, paz y alegría que ocurre, como todos sabemos, cada diciembre. El origen de la celebración de la Navidad en ese mes es para nada cristiano y poco tienen que ver con el hecho histórico que se conmemora: el nacimiento del Niño Jesús. (https://rb.gy/hoivpn).

Diciembre, por razones astronómicas, a lo largo de toda la historia, ha sido un mes llenó de muchas celebraciones. Entre los cristianos, las navideñas se extienden hasta el día 6 del mes siguiente.  Así, en diciembre se celebra el 8 la «Inmaculada Concepción»; el 24 es la «Noche Buena», como víspera del nacimiento del Niño Jesús; el 25 es la «Navidad» o nacimiento del Cristo Redentor. El 28 del día de los «Santos Inocentes», en el que se recuerda la matanza de niños inocentes que hizo el Rey Herodes tratando de deshacerse del Rey de los corazones de los hombres de buena fe; el 31 es la despedida al año viejo y, a continuación, el primero de enero se celebra la llegada de un nuevo año. Conjunto de celebraciones que finalizan el 6 de enero con la «Epifanía del Redentor» y la adoración de los Reyes Magos (los Sabios de Oriente).  La celebración del año nuevo nos recuerda que nuestro calendario está basado en la fecha en que el niño Jesús nació. 

Desde mucho antes de que el Salvador naciera, en ese último mes del año diversas culturas celebraban fiestas religiosas. En el antiguo imperio romano, la fiesta era en honor al dios Saturno, razón por la cual la llamaban las «Saturnales», ocasión en la que se detenían las guerras, se suspendía el trabajo y se prohibía el castigo. Los miembros de la fe judía tenían la «Fiesta de las Luces«; en el centro y norte de Europa se cumplían diversas fiestas con motivo del solsticio de invierno (la noche más larga del año, que ocurre el 21 de diciembre en el hemisferio norte). También, el 25 de diciembre (según nuestro actual calendario); los persas celebraban el natalicio de Mitra, deidad del el «Invicto Sol», cuyos orígenes son muy anteriores al cristianismo, dios que nació en la noche más larga del año; simbolizaba el nacimiento de la luz y la esperanza y la renovación de la naturaleza. El nacimiento de Cristo se situó en la misma fecha del calendario solar y del cumpleaños de Mitra, que había nacido en una cueva oscura, a la cual unos pastores, guiados por una estrella, le llevaron preciosos regalos. (https://rb.gy/mccigm,https://rb.gy/peox8n).  

Es un hecho cierto que Jesús no nació un 25 de diciembre, muy probablemente tampoco en el año a partir del cual se empezaron a contar los años en nuestro calendario, (algunos eruditos indican que pudo haber nacido cinco o seis años antes); calendario llamado «gregoriano», debido al Papa Gregorio XIII que lo instauró en 1582, hoy de uso universal, aunque no se profese la fe cristiana. 

En el Nuevo Testamento no existe indicación de la fecha del nacimiento del Niño Dios.
Para los cristianos de los primeros años  no existió preocupación por esa fecha. Eran más habituales los ritos de recordación de la muerte (obituario) de los seres queridos. Sólo con el pasar de los siglos surgió el entusiasmo y fervor por su fecha de nacimiento (natividad) y por la celebración de la Navidad, esfuerzos que se manifestaron en oraciones para alabar y dar gracias al Dios Creador y al Niño Redentor. Fue el Papa Julio I quien en el año 350 fijó el 25 de diciembre como el día de celebración de la Navidad (= nacimiento, natalicio). Fue una decisión de la Iglesia para alejar a los cristianos de la celebración de las paganas fiestas de homenaje, como se mencionó, al dios romano Saturno. Se estableció como una fecha santa, de muy especial recordación y de la celebración de la redención del pecado y aceptación del amor del Creador a todos los humanos.  

De ahí que Navidad es amor al Dios divino, es solidaridad, paz  y reconciliación con Él y con los demás humanos. Es,  ante todo, paz y  concordia (https://rb.gy/hgziwz). Y, por eso, cantamos con devoción y alegría, entre otros villancicos, a «Noche de Paz» compuesto por un humilde maestro, con una más humilde guitarra, en aquellos días de Navidad, en una pequeña parroquia austriaca, en 1818, cuando se dañó el órgano que acompañaban los cantos de alabanza al Dios recién nacido: 

Noche de paz, noche de amor, 

todo duerme alrededor 

entre los astros que esparcen su luz 

bella, anunciando al niño Jesús. 

Brilla la estrella de paz, 

brilla la estrella de amor. 

Y también: 

Este es el angelito que canta 

dame tu alegría Niño Divino, 

bendice con tu luz el camino 

hacia ti en esta Navidad Santa. 

Cantamos con gozo en Navidad, 

adoramos al Dios de las alturas. 

Danos Jesús a todos, amor y paz, 

llenos contigo de santa bondad. 

(Villancico: Soy un Angelito de Navidad. 
https://rb.gy/dg5xyq).  

En esta Navidad, recordemos a San Lucas (2, 14 – 15): «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: esta es la hora de su gracia».  

Y rememoremos, a la vez, que: «Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: ‘Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer’».