3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

En la destrucción de una ciudad

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

Sobre las ruinas de una ciudad se han escrito magníficos textos recordando sus grandezas, sus arquitecturas y los grandes espacios creados por sus urbanistas, otra cosa es asistir a la acelerada agonía de una ciudad ante los ojos aterrados de sus habitantes tal como ha venido sucediendo con el Centro  de Medellín donde por años hemos estado saltando por encima de mendigos traídos de los pueblos, de niños agonizantes abandonados en las aceras, de adolescentes enganchadas por los traficantes de prostitución.

Es cierto que los Centros de ciudad de muchas ciudades en Estados Unidos y Europa llegaron a entrar en una crisis parecida, pero son numerosos los casos donde con inteligentes Planes de Renovación Urbana se logró devolver el espacio público a la ciudadanía para que calles y parques cumplieran la función de convertirse en lugares de diálogo ciudadano, para la renovación del comercio. 

Una premisa decisiva en las bases del Concurso, en el gobierno de Juan Gómez Martínez, para convertir la antigua Alcaldía en el Museo de Antioquia y que ganó el grupo ESTOA del cual hice parte, reclamaba la necesidad de crear un espacio simbólico que mentalmente sirviera de guía a la colectividad regional ya que con el desproporcionado volumen de la Estación del Metro la referencia histórica que fue el Parque de Berrío se había perdido. Por lo tanto, lo importante era una propuesta de renovación urbana que sacara al edificio de la antigua Alcaldía de su aislamiento ante el abandono del Centro por diferentes alcaldías.

Decir renovación urbana consiste en darle un uso nuevo a lo que había sido condenado por la desidia oficial a convertirse en una excrecencia urbana y en este caso, tal como consta en el documento que yo mismo redacté, recuperar con nuevos diseños, nuevas tipologías de uso, nuevos hitos en los recorridos, Cúcuta, Cundinamarca, Carabobo y Bolívar ya que además era necesario diseñar el edificio que alojara el cineclub, la cinemateca, la biblioteca, salas de conferencias para un público que podría desplazarse con entera libertad, concediéndole entonces nuevos  contenidos al área urbana deprimida y proponiendo un Distrito Decó con base en la remodelación de varios edificios de este estilo y de gran valor patrimonial.

La renovación propuesta incorporaba la Playa hasta la Minorista con pequeños espacios para el arte callejero, teatrinos, la renovación del bulevard de Boyacá con un puente sobre el río para propiciar el flujo peatonal que venía o iba hacia el Estadio, La Floresta.

Un museo es la forma magnífica del presente y pasado del arte de una sociedad que lo entiende como una renovada propuesta estética y un diálogo entre los diferentes estamentos de la sociedad en el tiempo tal como lo entendieron sus fundadores(as).

El museo de Antioquia bajo la propuesta indispensable de una urgente renovación urbana tal como se hizo con el Guguenheim de Bilbao- propuesta frente a la cual se han estrellado las distintas Alcaldías y en especial la de Quintero donde la desidia y la ignorancia de los burócratas fueron llevadas al extremo, donde la destrucción de lo simbólico social se ha llevado a cabo con una desconocida contumacia. 

Acabo de hacer un recorrido por los espacios que rodean el museo, agobiado ante la invasión agresiva  de derrotados mezclados con la delincuencia, propiciada e incluso justificada por demagogos y demagogas que confunden la nobleza del pueblo con la criminalidad y la derrota de quienes pasaron de la pobreza a la miseria, me di cuenta de que ya es imposible salvar al Museo un bien intangible ante esta política que hace del crecimiento del tugurio una estrategia electoral muy de acuerdo con el populismo que gobierna al país.

Esa espantosa valla con la cual se pretende “preservar” al Museo de la agresión de la tugurización es un falaz argumento que durará muy poco y habrá triunfado la barbarie sobre la cultura, sobre los derechos ciudadanos.