7 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El que manda, manda, y el que no… es Duque @IvanDuque

 

Por Claudia Posada (foto)

No se necesita tener cerebro de características superiores al que normalmente se halla en la generalidad de los humanos, para observar que el presidente de los colombianos, Iván Duque Márquez, no está  en su rol de mandatario orquestando con independencia las buenas y las malas que en todo país, de cualquier latitud y época, se presentan con mayor o menor intensidad; y que si bien, todo gobernante tiene sus consejeros a los que se les consulta y oye, aunque no obligatoriamente se les “obedece” al pie de la letra, la figura máxima del Ejecutivo en Colombia, no es el mismo de su campaña presidencial.

Tampoco es ningún misterio que, cuando Duque estaba de candidato, los uribistas lo veían con fascinación pues se trataba de un hombre con el propósito firme de hacer un gobierno totalmente distinto a los anteriores, inclusive, por su carácter conciliador, mejor al de su mentor político. Aunque tenía el privilegiado de haber sido el señalado por el líder expresidente, Álvaro Uribe Vélez, se le consideraba con talante propio.

Duque dijo: “Quiero ser presidente de Colombia porque debemos mirar hacia el futuro con esperanza, debemos recuperar la confianza, debemos creer en nosotros como nación, en nuestro Estado como institución, en el imperio de la ley, en la justicia, en que juntos podemos ser mejores, en que en la democracia todos podemos aportar, sin rencores, con proactividad, con ilusión”. (El Espectador)

Las anteriores, son apenas algunas de las muchas y buenas razones que expresó en su campaña el candidato del CD en los medios, en tarimas, en recintos abiertos y cerrados; promesas convincentes  no sólo para los seguidores del Senador Uribe, sino para muchísimos electores que le vieron, objetivamente, cualidades especiales para enfrentar  tan alta responsabilidad; particularmente, dadas las confrontaciones ideológicas, las falsedades, argucias y también realidades, especialmente  difundidas en las redes sociales con el ánimo de acentuar  desaciertos anteriores, al igual que desvirtuar aciertos y fortalezas en todos los participantes en la contienda, su figura joven, descomplicada y sincera, se vio como la tabla de salvación que necesitábamos  para no hundirnos en  las  aguas borrascosas que agitan las ideas extremas con su radicalismo fatal.

Pero resultó que la casta y determinaciones públicas que se esperaban, no son las que acredita hoy el presidente de los colombianos.

Por otro lado, volviendo a su campaña, un buen número de votantes, casi tantos como los que le dieron el triunfo, se decidieron por otros candidatos en primera vuelta, y para la segunda, se inclinaron decididamente por la otra opción; para estos, Duque no era de ninguna manera garantía de independencia moderada, sostenían que él representaba la continuidad del uribismo y el regreso a sus condiciones insaciables.

Juzguen ustedes. El presidente Duque arrancó su mandato con un folclorismo tan singular que parecía desdeñar todo protocolo oficial; simultáneamente lo vimos como un “bacán” que, tal vez, de Palacio hacia afuera mantenía el estilo de un ciudadano más, cercano a la gente, pero que adentro se apersonaba de los asuntos de Estado tal cual sus promesas de campaña. Rápidamente, algunos de sus electores, al igual que muchos de los no votantes, entraron en una especie de aturdimiento, desconcierto aprovechado, obviamente, por los contrarios.

Con el supuesto llamado de atención del jefe, y de los consejeros que posiblemente le fueron impuestos, le llegó la mala hora a él, y la desilusión de sus admiradores en campaña, no militantes del CD.

Inclusive, se dice que, al interior del uribismo, quizá por congraciarse con su líder, señalan a Duque de muy flexible, por lo que le han pedido endurecer posiciones.  Ah, pero eso sí, en cuanto a la llamada “mermelada” ha sido, tal parece si se miran algunos cuantos nombramientos de los más altos cargos hacia los de responsabilidad media, aunque importantes, el CD ha sido muy beneficiado. Los uribistas, sus seguidores fieles y parentela, están bien “colocaditos”.

Lo percibimos y lamentamos señor Presidente Duque: “El que manda, manda, y el que no…está condenado a ser víctima de aspiraciones precoces”.