30 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El planeta que se espere sin chistar

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Nos han llamado imbéciles, sí, y con otros calificativos muy poco amables. En una cadena radial de prestigio en Colombia hay espacios “periodísticos” cuya tendencia ideológica llevaron al campo científico adueñándose del conocimiento que no les pertenece, incluyendo, asuntos ambientales. De esto, y de otros temas muy serios, hablan sin discernimiento, atropellan la palabra de sus invitados (a los que llevan supuestamente para ilustrarnos) pero no les respetan sus saberes; debemos soportar (en éste y otros temas) sus insensateces. La industria y el comercio van muy bien con la clase política, se ayudan recíprocamente, se sirven mutuamente; cuentan en sus relaciones intereses particulares y se dan la mano. Por su parte, los científicos, especialistas en cambio climático, fueron sujeto de un estudio que arrojara su concepto frente al fenómeno. Resultado: el 99. 94% afirma que existe el cambio climático y es antropogénico, es decir, inducido por el hombre. Total consenso. 

¿A quiénes no les convienen las políticas por el cuidado de nuestro entorno ambiental para salvar el planeta? Obviamente la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco (“comunista”) publicada en mayo de 2015, que se centra en el cuidado del medio natural, los seres humanos y la Tierra, no les cuadra a ciertos grupos e intereses. Según las Naciones Unidas, “los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) son, con diferencia, los que más contribuyen al cambio climático mundial, ya que representan más del 75 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y casi el 90 % de todas las emisiones de dióxido de carbono. A medida que las emisiones de gases de efecto invernadero cubren la Tierra, atrapan el calor del sol, lo que conduce al calentamiento global y al cambio climático. El mundo se calienta ahora más rápido que en cualquier otro momento de la historia del que haya registros. Con el tiempo, las temperaturas más cálidas están cambiando los patrones climáticos, alterando el equilibrio normal de la naturaleza. Esto plantea muchos riesgos para los seres humanos y todas las demás formas de vida de la Tierra”. Y las señas que nos hace nuestro planeta rumban: Con alertas, llamados de atención, sin mañas ni hipocresías (de ellas nuestra Tierra no sabe) se manifiesta. Sin discriminación.

El país está en el arranque de campañas para elecciones regionales y locales: Asambleas y concejos. ¿Qué les preocupa? Coaliciones, alianzas, avales, componendas… (Qué tengamos buena memoria, eso sí también les importa). Hablan de ríos, ríos de plata; sobre las encuestas: ¿Cómo vamos? ¿A quién me le pego? ¿Quién da más? ¿Y ese montón de firmas, tan raro? Cizaña. Pocón, pocón de contenidos programáticos (y menos ambientales). “El pueblo es bobo”, lo dicen muertos de risa. La estrategia es: “Mensajitos bien concretos con lo que quieren oír”. ¿Ideario político? Eso murió con Luis Carlos Galán. ¿Cambio climático? “Idioteces de ilusos”. En los aspirantes no caben posiciones que pertenezcan a grandes temas; “dejémoslo para los legisladores”, pero lo cierto es que para eso hay que estudiar, leer, investigar.

Examinar asuntos de fondo que exijan responsabilidad y dedicación, no se consigue normalmente (como debería ser) en las Cámaras Alta y Baja -nos lo demuestran a diario los legisladores del montón-. Analizar no es con ellos, a no ser que se trate de contratos, buenos cargos, burocracia. Sin duda, son de aspiraciones: “Mejor nos puede ir sentados en una curul nacional esperando el abultado cheque: Escalemos de lo local o regional, a lo nacional”. ¿Ah, pero alcaldías y gobernaciones qué? También en la contienda de octubre.  ¡Qué emoción, de aquí al Palacio de Nariño! ¡Tremendo desquite! ¿Y entonces la Educación Ambiental? No tenemos tiempo para formación en democracia; para crear cultura de la convivencia pacífica; para guiar por el camino de la aceptación en la diferencia; para disentir con respeto…el planeta que se espere sin chistar. ¡Y dizque somos nosotros los imbéciles!