6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

EL AGUILA

Es el nombre dado a la mayor de las  aves depredadoras, hay gran cantidad de especies y se encuentran en todas  partes del mundo, menos en la Antártida, se caracterizan por su gran tamaño, constitución robusta, cabeza y pico pesados. Poseen un pico grande, poderoso y puntiagudo para arrancar la carne de sus presas, sus garras poderosas, por su fuerza son capaces de volar con presas más pesadas que ellas, su vista es supremamente aguda, el águila real puede mirar de frente y hacia los lados al mismo tiempo.

Hay gran diferencia con el león que es el rey de los animales de la tierra, pero el águila lo supera ya que ella es la reina de los cielos y de la tierra, convirtiéndose en el símbolo de multitud de productos, de equipos, etc, es el símbolo nacional de los Estados Unidos con el águila calva.

El águila es el ave de mayor longevidad pudiendo llegar a vivir hasta 70 años, pero para llegar  a esa edad, a los 40 años debe tomar  una seria, difícil y dolorosa decisión. A esa edad su pico  está curvo y puntiagudo, y curvado hacia el pecho, sus uñas se vuelven flexibles, sus alas se vuelven pesadas y sus plumas gruesas, entonces debe tomar una decisión drástica, o morir o enfrentar un doloroso proceso que dura 150 días aproximadamente, y consiste en volar  hacia  el risco más alto, y quedarse allí sin volar, luego comienza a dar picotazos a la roca hasta que se arranca el pico y espera que salga el nuevo pico con el que se arranca las uñas, y luego se arranca las plumas viejas en un proceso de renovación, luego de 5 meses muy duros sale para el famoso vuelo de renovación que le dará otros 30 o 40 años de vida.

MORALEJA: Situaciones parecidas suelen sucedernos a lo largo de la vida, en que creemos que ya hemos hecho todo en la vida como si ya no tuviéramos o ya hubiéramos hecho todo y no tuviéramos que hacer nada más. Estamos en el ocaso si no recurrimos como el águila, entonces nos morimos, pero si le aprendemos  la lección entramos en un período de renovación cambiando nuestros vicios y resabios que adquirimos y no nos dejan vivir.

CONSEJO DEL AGUILA

Alberto era un hombre joven, cuyo hijo había nacido hacía poco tiempo y era la primera vez que sentía la experiencia de ser padre.   Un buen día le dieron ganas de entrar en contacto con la naturaleza; así que se fue decidido a un bosque; quería oír el canto de los pájaros y disfrutar toda su belleza, caminaba plácidamente, cuando de repente, vio posada en una rama un águila.
El águila, también había tenido la alegría de tener sus polluelos, y tenía como objetivo llegar al  rio, capturar un pez y llevarlo a su nido como alimento paras sus pollos, pues resultaba una responsabilidad muy grande criar y educar sus polluelos para que fueran capaces de enfrentar la vida.

El águila al notar que Alberto estaba allí le preguntó: ¿A dónde te diriges buen hombre?, “veo en tus ojos la alegría” por lo que Alberto le contestó “es que ha nacido mi hijo”  y ¿qué piensas hacer con tu hijo? Alberto le contestó: “pues desde ahora,  y siempre lo voy a proteger, yo me encargaré de que tenga todo lo que necesite, y día con día yo seré quien lo cubra de las inclemencias del tiempo;  lo defenderé de los enemigos que pueda tener y nunca dejaré que pase situaciones difíciles”. Es mi hijo, lo amo, no permitiré que pase necesidades como las pasé yo, porque para eso estoy yo,  para que él nunca se esfuerce por nada y no dejaré que nada ni nadie lo perturbe.  El águila no salía de su asombro, y no daba crédito a lo que había escuchado, entonces respiró muy duro, lo miró y le dijo:

“Escúchame buen hombre, si yo abrazara  a mis polluelos como un oso, reprimiría las acciones y deseos de ellos mismos, destruiría su individualidad y haría de ellos individuos indolentes, sin ánimo de luchar y sin alegría para vivir tarde que  temprano lloraría mi error, pues ver a mis hijos en ridículos representantes de su especie, me llenaría de remordimiento y gran vergüenza, porque yo quise resolver sus problemas».

MORALEJA: Esta historia nos enseña que la sobreprotección no es buena, debemos enseñar a nuestros hijos para que el día de mañana sepan comportarse en la vida y aprendan a valerse por sí mismos, y ese error en que caemos muchos papás de sobreprotección no es nada bueno.