26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El nuevo contrato social para la educación propuesto por la Unesco en 2021

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

En noviembre de 2021 la UNESCO publicó el informe «Reimaginar Juntos Nuestros Futuros: Un Nuevo Contrato Social para la Educación» de la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación. A la fecha, el informe completo está en inglés y francés en: https://rb.gy/43occk; un resumen ejecutivo en español está aquí: https://rb.gy/bzxto7. La propuesta, con foco al 2050, tiene como antecedentes otras dos comisiones de la UNESCO para la educación: La de Faure de 1972 titulado: «Aprender a ser: La educación del futuro» (https://bit.ly/3nJuuIz)  y la de Delors de 1996 con su informe «La educación encierra un tesoro» (https://bit.ly/3nLtl3x), a los que se suman el trabajo de Edgar Morin en 1999 «Los Siete saberes necesarios para la educación del futuro» (https://bit.ly/3DLxs5a) y el del 2015  de autoría  colectiva «Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial?» (https://bit.ly/3CJPJ1h).  A continuación presento algunas propuestas presentes en el Informe. En próximos artículos retomaré las consideraciones presentes sobre la educación superior y sobre los modelos de formación de maestros. 

Dado que la especie humana y la Tierra se encuentran en peligro, en el Informe se sustenta la necesidad de tomar medidas urgentes consensuadas para que, con un nuevo rumbo, juntos replantearnos nuestros futuros. Para la construcción solidaria de esos futuros (así, en plural) se le reconoce a la educación su condición de motor para los cambios urgentes y profundos que son menester implementar. Por ello, es necesario un nuevo contrato social para la educación que, como emprendimiento colectivo y bien público, al resarcir injusticias transforme el futuro. Este nuevo contrato social se tiene que apoyar en los derechos humanos, el derecho a la educación durante toda la vida y en los principios de no discriminación, justicia social, respeto por la vida, dignidad humana y diversidad cultural. Para el nuevo contrato social es determinante que todos seamos capaces de participar para la construcción de los futuros de la educación. Con frecuencia, los sistemas educativos hoy reproducen y perpetúan las condiciones que amenazan nuestros futuros compartidos y limitan el potencial transformador de ella.  La mera expansión de los modelos actuales no permitirá trazar una ruta viable hacia los futuros de la educación. 

En el Nuevo Contrato Social para la Educación se precisa reimaginar los enfoque de la pedagogía,  la cual tiene que fundamentarse en los valores de la cooperación, la solidaridad y la interdependencia, en donde alumnos y educadores  formen una comunidad de buscadores y  creadores de conocimientos; una pedagogía centrada en aprendizaje colaborativo e interdisciplinario orientado a  cultivar las habilidades de los estudiantes  en la identificación y solución de problemas, formulación de proyectos que requieran colaboración, descubrimiento y soluciones inteligentes. Una pedagogía que fortalezca la evaluación con significación donde los tests estandarizados empleados para clasificar y enrutar a los alumnos deben ser valorados y debatidos con sumo cuidado, ya que cada proceso evaluativo de esa naturaleza deja una huella pedagógica no necesariamente positiva y limita a maestros y escuelas en sus opciones pedagógicas. 

El currículo, por su parte, no será equivalente al tradicional cuadro de asignaturas, emergerá del conocimiento común, abarcará aprendizajes ecológicos, interculturales e interdisciplinarios que facilitará que los alumnos desarrollen pensamiento crítico, sean creativos, puedan producir conocimientos y construir un mundo pacífico y sustentable. La habilidad de comunicarse con claridad y precisión es fundamental, por lo que el currículo tendrá un giro del monolingüismo nacional al plurilingüismo (lenguas extranjeras, lenguas indígenas, lenguaje de señas, entre otras).  El currículo enfatizará la importancia y naturaleza de la investigación científica como un mecanismo humano para entender el mundo natural y social, observar, indagar, predecir, demostrar, teorizar y desafiar conocimientos arraigados, contribuir a modelar el futuro para asegurar los derechos humanos y formar personas ejemplares en la sustentabilidad y neutralidad del carbono. El currículo se fundamentará en la concepción de que la biosfera en un espacio de aprendizaje, de que vivimos en un planeta vivo con ecosistemas saludables que nos permitan conectar el mundo natural con sitios virtuales de aprendizaje. La educación no asumirá que los humanos se desarrollan de manera lineal como se asume en las escuelas que clasifica a los alumnos, entre otros procesos, por grados. 

En las escuelas del futuro los alumnos no se limitarán a sentarse pasivamente en las aulas; desaparecerá la idea de que el silencio y el alumno obediente son sinónimos de concentración y productividad; la inmovilidad y pasividad no son requisitos para el aprendizaje, eso corresponde a ambientes desagradables y tediosos. Los actuales arreglos escolares no fomentan la atención intensa, inmersiva y absorbente para el aprendizaje, restringen el aprendizaje y reducen las múltiples oportunidades y posibilidades que la escuela puede ofrecer.  

En la perspectiva del Nuevo Contrato Social para la Educación adquieren alta relevancia los avances en las neurociencias. Por ello, el Contrato requiere una educación fundamentada en las ciencias del aprendizaje. Un adecuado énfasis en las humanidades (historia, filosofía literatura, artes, ciencias sociales y otras) es muy crucial e importante para el futuro de las democracias. El arte (música, teatro, baile, diseño, artes visuales poesía, literatura, entre otras) expanden las habilidades de los alumnos para dominar habilidades complejas y apoyar el aprendizaje social y emocional.  

Hacia 2030 se requerirán 70 millones de nuevos maestros, los que en el contexto del Nuevo Contrato Social para la Educación: Estarán en el centro y su trabajo ser revaluado como una profesión colaborativa; requerirán cambios en las políticas de organización de la profesión misma, así como en su selección, formación inicial y continuada, en su categorización, promoción y estímulos. Requerirán, a la vez, de remuneración apropiada, condiciones de trabajo saludables, seguridad social, y solidaridad social para transformar sus roles. En el Contrato los maestros movilizarán el conocimiento común en diálogo con las nuevas generaciones, trabajarán una pedagogía participativa en espacios de aprendizajes múltiples, sus acciones pedagógicas combinarán teoría, práctica y análisis de experiencias individuales o colectivas de modo que los alumnos accedan al mundo con inteligencia, creatividad y sensibilidad. 

Las escuelas forman parte del ecosistema educativo para el aprendizaje, pero también son centros sociales para el bienestar social. Para lograr esta transformación ellas deben quebrar el modelo organizativo uniforme y rígido que ha tenido en los dos últimos siglos, sin clasificación de estudiantes según edad, sexo y habilidades. Se transformará la arquitectura; ella no necesitará concebirse para encerrar a alumnos y maestros en cuatro paredes; deberá ser adecuada para el uso creativo y participativo de distintos ambientes y recursos ambientales, culturales y sociales; se precisa, así mismo, el  rediseño del mobiliario que lleva más de dos siglos de existencia como si nada hubiese cambiado, lo que irá acompañado de innovadores objetos y materiales de apoyo pedagógico. 

La conectividad digital aumenta grandemente las posibilidades de maestros y alumnos de acceder a información, textos, bibliotecas, museos y artefactos de todo el mundo. Las herramientas digitales también permiten que los alumnos produzcan videos, presentaciones multimediales, aprendan codificación y desarrollen apps. Las tecnologías digitales que coadyuvan al progreso escolar permitirán a los alumnos conectarse colaborativamente con otros en el mundo con preguntas, intereses y proyectos similares; esas tecnologías apoyarán el trabajo de los maestros y de la organización de las escuelas.   

Se observa, entonces, que el Contrato Social para la Educación tiene dos principios fundamentales: el derecho a la educación a lo largo y ancho de toda la vida y el fortalecimiento de la educación como un bien público común. Tiene, a la vez, dos procesos vitales que subrayan a la educación: 1.  La adquisición de conocimientos como parte del patrimonio de la humanidad y 2. La creación colectiva de nuevos conocimientos y nuevos posibles futuros. 

Hacia 2050 se  enfatizan  cuatro principios para  guiar el diálogo y las acciones necesarias para  dicho Contrato: 1. La educación, como se indicó, es para lo largo y ancho de toda la vida; 2. Los ecosistemas educativos conectan sitios de aprendizaje naturales y virtuales en donde cada espacio de la biosfera, como uno de nuestros primeros educadores, se concibe como un espacio vital de aprendizaje; 3. La financiación pública estatal y la capacidad de los gobiernos para regular la educación debe ser  fortalecida y  4. Promoción del derecho  permanente a la educación  fortalecido con la solidaridad y la cooperación internacional para los futuros de la educación, derecho que es concurrente con los de acceso universal a la información, la conectividad y la cultura.  

Los gobiernos juegan un papel clave para asegurar que los ecosistemas educativos sostengan a la educación como un bien público.  A los Estados les compete la responsabilidad clave de la financiación adecuada y equitativa de la educación. También les compete garantizar el derecho fundamental a la educación a todos, a lo largo y ancho de la vida. 

En todo el proceso para consolidar el nuevo Contrato Social para la Educación el diálogo propuesto incorporará a los jóvenes para construir con ellos un futuro lleno de posibilidades y no como una carga.  Los maestros serán centrales en la consolidación de los futuros de la educación.