26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Trizas

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

No nos vengan con cuentos melifluos ni impunidades traversas. Los guerreristas, los que creen que es mejor seguir la guerra, tanto  desde el bando del gobierno como desde el bando de las guerrillas descontentas han obtenido una victoria, pero todavía no han ganado la batalla para volvernos a meter en una guerra que ya probamos que es mejor no tenerla como compañera de viaje.

Dado que la paz de Santos fue exclusiva y excluyente. Como el plebiscito para apoyarla mostró al país dividido en dos mitades casi iguales, pero quienes sacaron ventaja para declararse ganadores no fueron capaces con la victoria y, en vez de exigir cambios y reestructuraciones válidas, se transaron por un plato de lentejas adobado con culillo.

Como en ese pacto firmado en La Habana no fueron capaces de coger el rábano por las hojas y en vez de transar sobre el negocio de la droga que sostiene la guerra, prefirieron ser abstractos y al abstenerse de ordenarlo expresamente, ni apagaron el  motor de la guerra ni dejaron contentos a los Estados Unidos ni mucho menos a los guerrilleros que no tenían la movilidad económica de los que envejecidos prefirieron transar.

Como todo eso se juntó en un coctel que el costurero uribista sabía que por lo menos le facilitaría más tijeras y agujas para volver trizas el tejido endeble de la paz, ahí tenemos el espectáculo: los guerreristas de las Farc y los del Centro Democrático tienen armado el tinglado (hasta ahora mediático) para comenzar una guerra mucho más estúpida que la anterior.

Como los líderes antiguerreristas se dejan callar por Palomas, Fernandas y Macías, Márquez, Santriches y El Paisa. Como los antiguos guerrilleros que siguen creyendo en el pacto no son capaces de purgar sus heces y como al resto del país le fascina hablar mal pero no hacer nada, entramos en estado de reversa y, que yo sepa, a ningún país reculando le ha ido bien.

CAJAS VACIAS

En el Congreso está a punto de salir un proyecto de ley populista que les pega una puñalada marranera a las Cajas de Compensación. Como los senadores lambones quisieron salir durante los días aciagos de la semifracasada Ley de Financiamiento a tratar de mostrarles a los asalariados de este país que en esa camuflada reforma tributaria no se atentaba, (como sí se hizo y de manera brutal), contra los ingresos totales de todo ciudadano que gane un sueldo se les ocurrió, en el colmo del populismo, ofrecer una “prima extra” para todos aquellos que ganen hasta 1.5 salarios mínimos. Pero como los  patronos podrían protestar porque sus rentabilidades quedarían también menguadas con la sumatoria de las reformas tributarias de Santos y Duque, tuvieron la idea genial de matar dos pájaros de un tiro y de conseguir financiar la prima quitándoles el 1.5 % del aporte obligatorio del 4% que por décadas se ha hecho a las Cajas de Compensación. Es decir, sacar de un bolsillo para meterlo en el otro pero sin medir la asfixia que arrebatarle ese 1.5% le significaría a las Cajas.

El ponente de la ley, un coterráneo mío que ha demostrado en su corto periplo que no sabe de panadería ni tampoco de política, se niega a admitir lo que sería quitarles las opciones de recreación, educación y turismo y salud a los afiliados a las Cajas, las que deberían suspenderse si se aprueba ese esperpento. Sus compañeros congresistas, como que tampoco quieren darse cuenta que con tal acto de lambonería al gobernante ni les van a restituir la mermelada que les quitaron ni los van a tratar de manera diferente a como lo han venido haciendo. El daño, por supuesto, se lo van a hacer a los asalariados, a quienes ya jodieron con la reforma tributaria y ahora les arrebatan las piscinas,los toboganes, los colegios especializados, los hoteles y los centros recreacionales de las Cajas de Compensación. Es la meta: lo que funciona bien hay que destruirlo.

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