26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Santofimio

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

Yo no sé cuántos enemigos haya conseguido a lo largo de su vida Alberto Santofimio Botero pero por su capacidad y su temperamento, por sus equivocaciones pero sobre todo por haber nacido a la vida pública en el momento equivocado, el país vio surgir y desaparecer a una de las mejores opciones que se le hayan presentado. Mago sin igual para el verbo hasta casi llegar a ser un médico albéitar para convencer a unos y otros, no pudo con la carga de la culpa que le abonaron para siempre los que en vez de justicia exigían venganza. Con el paso de los años, desprestigiado en todos los sentidos, tuvo esperanza de que se revisara su condena atribuida a pruebas, dizque irrefutables porque habían sido de oídas, cuando apareció la  comprobación de que el general Maza Márquez era el verdadero responsable de lo que se le acusaba. Nadie le paró bolas al condenado y por supuesto no hubo reapertura de su caso por ningún juez de la república.

Por estos días, cuando la evolución del país facilita que procesos como el de él sean revisados por la justicia especial y dilucidados de una vez por todas ante la historia, el Procurador Carrillo se ha opuesto a que la JEP admita  su petición como si la muerte de Galán no hubiera sido el eslabón histórico entre la guerra financiada con secuestros y la hecatombe que se montó sobre las toneladas de coca que financiaron guerrillas y paracos. Las argumentaciones del Procurador son tan pobres y melifluas para que no se admita a Santofimio como  lo es  el texto del libro que escribió para alabar a Santos y sus ancestros cuando era su embajador en España. La réplica del condenado líder tolimense ha sido tan contundente que los medios que ayudaron a construirle el cadalzo tuvieron que publicarla. No sé qué tan eficaz resulte decirlo pero creo que en aras de darle curso a la historia de este conflicto, el Procurador debería retirar sus afirmaciones contra Santofimio.

Tsunami

Lo que ha llamado la doctora Calvache del Servicio Geológico Colombiano “un enjambre de sismos” a la altura de la Isla de Providencia en el Caribe Norte, ha puesto a pensar a muchos en la posibilidad de que llegare a presentarse un tsunami en el Caribe, a especular a otro tanto y a algunos a escarbar para comprobar históricamente si hay registros de ese fenómeno en las costas colombianas.

Un tsunami en el Caribe no sería lo mismo que en el Pacifico donde se han presentado constantemente a lo largo de la historia humana anotada. Aquí los tiempos de movimiento de oleaje son muy cortos porque el mar es muy reducido y un terremoto de esos de magnitud mayor a 7, como los que se están presentando por estos días en otras latitudes, no demoraría más de dos o tres horas en tocar costa en alguna de las islas caribeñas o en las continentales y todas plagadas de ciudades y de centros turísticos.

Que un tsunami destructor suceda por estas latitudes no parece ser probable. Registran uno en 1946 sin muchas proporciones pero provocado en cercanías de Honduras, es decir no muy lejos del foco donde ahora tiembla y tiembla en Providencia casi todo los días. Pero eso no significa que no pueda suceder. Y, si eso es así, podríamos preguntar cuáles han sido las medidas mínimas adoptadas en un protocolo para que sigan todos los alcaldes y habitantes de las costas colombianas  y seguramente no encontraremos respuestas. Por lo menos fue así en julio del año pasado cuando un pequeño tsunami afectó las costas del Magdalena y fuera de ser noticia turística no hubo explicación científica divulgada ni sirvió para tomar medidas frente a una repetición mucho más grande. ¿Qué sería de Tolú, Cartagena, Puerto Colombia, Arboletes y Santa Marta y hasta San Andrés si se presentara un tsunami y que deberían hacer sus habitantes?