26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Duque y el “antiduquismo”

Por Claudia Posada

El asunto de la percepción de los gobernados con respecto a sus mandatarios, es eso, “percepción”; la imagen de un gobernante cambia tan fácil como les eventos cotidianos o extraordinarios del día a día, los de la cotidianidad y los coyunturales, sumándole los vaivenes de la opinión pública muchas veces manipulada. Las encuestas son tendencias que no pueden despreciarse, aunque tampoco tomarlas como “palabra de Dios”. El presidente de los colombianos, Iván Duque, no ha gozado en su gobierno de muchos momentos que le den la sensación necesaria de gobernabilidad, pero es que se hace evidente que son algunos del partido al que apoyó la mayoría de electores en octubre del 2019, quienes lo azotan inmisericordemente. Tiene entonces en su contra a las corrientes que preferían a su opositor, a muchos seguidores incondicionales del uribismo, y a los matices de líderes al interior del CD que le critican sus decisiones, su gabinete, su estilo de gobernar y sobre todo su deseo de concertar y dar cabida a posiciones ideológicas distintas a las de la línea derechista. No es extraño pensar que Duque es un hombre de centro derecha que arrancó con algunas libertades y cierta independencia, aspectos que no le perdonan los más radicales de su partido político, por lo que a medida que avanza su gobierno, se le ve maniatado. Cuando dicen que para comprender a alguien hay que meterse en sus zapatos, sentimos que nos tallan mucho.

Por su parte el alcalde de la capital antioqueña, Daniel Quintero Calle, joven como el presidente, formado como él en importantes universidades reconocidas como centros académicos que reúnen comunidades de pensamiento pluralista, creó, desde la campaña, expectativas muy esperanzadoras. Sin embargo, a raíz de los enfrentamientos generados por la violencia que empañó la movilización social en la ciudad recientemente, y su respuesta a la misma, se ha visto en situaciones de muy difícil entendimiento con sectores que antes le dieron un importante respaldo.

Tanto el presidente Duque, como el alcalde Quintero, hacen esfuerzos importantes por cumplir sus promesas de campaña, gestiones y maniobras que, particularmente al mandatario de los colombianos, no le son reconocidas como debería ser. Son sus mismos copartidarios de la línea “antiduquista” quienes ya quieren lanzarse como la mejor alternativa para gobernar a Colombia, sustentando su aspiración en “errores” imperdonables del actual jefe del Estado.

 Es imperativo reclamar de los partidos políticos, su papel más allá de la búsqueda de “el poder por el poder” y ese afán de mantenerse en él a toda costa, mientras ignoran que está consignado en la Constitución que nos rige, el deber de impartir formación política para una verdadera democracia en la que entendamos que no es solamente el voto el que nos hace actores participativos; es el ejercicio  pleno de ciudadanía, la herramienta para descubrir cómo se ayuda al pueblo, e inclusive cómo impedir que sean manipulados ciertos gobernantes, a los que  sus buenas intenciones se les limitan para beneficio de algunos sectores de la sociedad, impidiéndoles que respondan a lo esencial, como ellos quisieran,  para enderezar el rumbo del país.