7 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

De las finanzas de las EPS a las penurias en las IPS 

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Son muchísimos los casos de los que dan cuenta infinidad de pacientes y sus familias, similares en lo que parece fue negligencia, excesiva demora, frialdad o “repelencia”, a raíz de la muerte de la señora Liliana María Ceballos, luego de esperar atención y verse con intensos dolores y terrible estado de angustia, ya desesperada, en un corredor del Hospital Venancio Díaz, del municipio de Sabaneta (Área Metropolitana del Valle de Aburrá) a donde llegó remitida por la EPS Savia Salud desde el Manuel Uribe Ángel, de Envigado.

Estas situaciones no son nuevas, los servicios de Urgencias en las IPS, que son las contratadas por las EPS para todo lo que sus pacientes afiliados cotizantes o no, requieren; y son precisamente las sedes para la atención de las urgencias, los ambientes más agobiantes (con excepciones obviamente) para atender a tantísimos pacientes, pues generalmente, siguen con el mismo número de personal médico y auxiliar, y los mismos recursos físicos y tecnológicos de cuando la demanda era mucho menor.

Hay que tener en cuenta que cuando por cualquier circunstancia cierra o se acaba una EPS, otras acogen sus afiliados para ser atendidos, como los demás, en todo tipo de dolencia o enfermedad. Es claro, en todo caso que, los pacientes de muy bajos recursos son afiliados bajo otras modalidades distintas a los cotizantes o sus beneficiados, y es el Estado quien cubre sus aportes a las EPS, lo mismo que con un porcentaje que se les deduce a los afiliados que más alto cotizan. Todo al respecto, de acuerdo con el actual Sistema de Salud, el que justamente no se ha podido reformar.  

Tenemos entendido que la señora Liliana, tal vez – son detalles que no conocemos, así que no lo podemos asegurar- en la clasificación (triage) que hacen a los pacientes para todas las urgencias (a no ser que el estado del paciente sea de evidente atención inmediata) consideraron que podía remitirse a otro nivel de atención, pero esos traslados los autorizan las EPS de acuerdo con lo estipulado en el Sistema de Salud, e inclusive, tenemos entendido, dicen a dónde; así como autorizan absolutamente todos los demás requerimientos para cualquier tipo de servicio, sean medicamentos, medios de diagnóstico, tratamientos ambulatorios o de odontología, o en hospitalización.   

Abruma, estresa muchísimo, la congestión en servicios que inclusive son espacios pequeños para la demanda, son asfixiantes especialmente para los pacientes, aunque también para el personal de servicio; se sofocan hasta los porteros que, como en las Urgencias de SURA, en el Centro Comercial Molinos, están a merced de las familias esperando afuera angustiadas, preguntándoles qué saben del paciente que entró hace horas. 

Doy este ejemplo porque lo viví con un dolor intenso en las costillas, después de horas (literalmente horas) esperando los RX, supe luego que tenía dos costillas fracturadas que se curan “con el tiempo”, analgésicos y quietud.

En esa sede atienden también a los niños apretujados en la sala de espera junto con los adultos; los niños, desde luego, están en brazos de sus padres que los mecen acongojados, y lo peor, de pies algunos porque las sillas no alcanzan para el gentío. Allí, como en otras Urgencias, no es raro ver pacientes sentados en el suelo. Y como somos tan “folclóricos”, eso en buena parte es indisciplina y conchudez, no faltan los que van porque les duele una uña enterrada.  

Por igual,  padecí con mi esposo al que acompañé a las Urgencias de una clínica de Medellín, en donde el triage se lo hizo una médica joven con un auxiliar, cuál de los dos más arrogante; como él, mi esposo, poco podía hablar y muy poco moverse, me apresuré a decirles lo mal que lo veía por los síntomas que presentaba además de darles  la información que pedían: y me regañaron los dos, en coro me exigían, en muy mal tono “señora, tranquilícese”, cómo sería el tonito que hasta lloré en ese consultorio; finalmente lo pasaron a un buen espacio allí mismo en las Urgencias para esperar  que lo viera una de las especialistas, y luego de pruebas diagnósticas ordenadas por ella, lo hospitalizaron.

Fue una larga estadía en la clínica con las mejores atenciones del personal médico, no tanto por parte de algunas enfermeras. Es muy extenuante para los acompañantes de los pacientes -pues hay la exigencia de permanecer con ellos 24 horas siete días a la semana- cuidarlos y atenderlos en prácticas para las que uno no recibió instrucción como cambiarles pañales, bañarlos, moverlos en la cama para que no se cansen en la misma posición (en el caso de no estar en condiciones de hacerlo por sí mismos).

Agobiante. No digo el nombre de la clínica porque terminamos muy agradecidos, es una clínica con excelentes especialistas y alta tecnología, le salvaron la vida después de un episodio sumamente grave. En aquellas Urgencias nos tocó ver a un hombre que se revolcaba en el piso del dolor y gritaba, a varios acompañantes nos tocó ir a la recepción de pacientes a pedir que se apiadaran de él.    

Así que algo pasa y deben corregir, y no es circunstancial, es estructural. Los voceros de las EPS se están quejando por estos días, de sus estados financieros, por todos los medios posibles.

¿Hasta dónde es cierto que la plata que reciben de los afiliados y del Estado es insuficiente para ellos administrarla y revertirla en los compromisos estipulados? ¿Por qué las IPS no reciben cumplidamente lo que les adeudan? No podemos pensar que en las IPS el personal de salud, operativo y administrativo; pero en particular médicos, enfermeras y auxiliares, estén en jornadas de trabajo tan extenuantes, responsables de tantísimos pacientes, con el ánimo en alto y la disposición más amable derrochando empatía (y simpatía). 

Las Urgencias son espacios muy críticos para todos y cada uno de los actores presentes en ellos en razón del servicio o por espera de atención; deben ser revaluados a fondo. Son ámbito de trabajo duro para las IPS; los dueños de las EPS no creo que siquiera se asomen a conocer esos escenarios de penurias, ellos no son ciudadanos del común.     

Recomendación respetuosa a los trabajadores del sector salud (de todos los niveles), a gerentes de las IPS, y a dirigentes de las EPS (no se trata de lo relacionado con finanzas, es puro componente humano): Recién se publicó un libro escrito por la médica Florencia Cahn (y su experiencia del otro lado del escritorio) titulado: “Yo médica, yo paciente”. Léanlo por favor, asimilarlo hará, sin duda, que ustedes trabajen con menos estrés y presiones, y nosotros como pacientes les daremos menos lidias.