30 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Cuba, una sucesión de tugurios

Jose Obdulio Gaviria

Por José Obdulio Gaviria 

En 1962, un decreto firmado por Castro y el Che prohibió el comercio privado en Cuba y definió el lucro personal como delito.

Una peluquería, un taxi o la cría de cerdos pasaron a ser actividades estatales. Adam Smith escribió que «no es por la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que obtenemos nuestra cena, sino de su preocupación por su propio interés».

Los cubanos demonizaron el interés propio, se quedaron sin carniceros, cerveceros y panaderos capitalistas y convirtieron la isla en una Villa Miseria. Es que la competencia en el capitalismo estimula la innovación y la inversión, pilares de la riqueza de las naciones.

Por eso en dos siglos de libertad capitalista, la humanidad ha multiplicado exponencialmente los avances científicos y tecnológicos. Nunca hubo tanto progreso y bienestar.

El marxismo (ese disparate filosófico, histórico y económico en el que milita Petro) es enemigo del comercio. Para los marxistas, el ánimo de lucro es una actividad criminal. Por eso el marxismo es sinónimo de atraso de las naciones.

Las reformas marxistas de Petro son una puerta abierta hacia la pobreza; con ellas desaparecerá la inversión privada en la salud, las pensiones y la educación.

En 1958, Cuba era una próspera sociedad capitalista, hoy es una sucesión de tugurios. Esta foto corresponde a la misma calle de La Habana en dos momentos: La próspera Habana capitalista de 1958 y la miserable Habana socialista de 2024.

 Un contraste fotográfico que no quisiéramos tener que hacer los colombianos dentro de unos años.