30 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 85 del enchuspado maestro Gardeazábal: El Portón de San Sebastián

@eljodario

En medio de la barahúnda que se ha formado como consecuencia de las absurdas, pero muy discutibles por lo dizque necesarias medidas para atajar el corona virus 19, el país ha presenciado en silencio la quiebra de los más tradicionales restaurantes y el cierre de cantidad ingente de bares desde los 87 del Parque Lleras en Medellín, hasta los 32 de la calle de la Medialuna en Cartagena.

Algunos quieren sobrevivir. Otros han decidido cerrar definitivamente dejando el lucro cesante de los locales alquilados, de los negocios adláteres que se fueron forjando a sus alrededores y de los ejércitos de hormigas que cuidaban los carros, limpiaban los vidrios, vendía los dulces y cigarrillos y ofrecían los humos de los dioses.

Esta semana hemos oído a Leo, la famosísima cocinera colombiana premiada en otras latitudes, que se ha inventado un sistema de llevar su restaurante a la casa de sus clientes. También a los hermanos Rausch, dueños de restaurantes y franquicias aquí y allá diciendo que con domicilios sus costosos restaurantes no pueden sostenerse.

He pensado entonces en el restaurante que para mí es el más particular de Cartagena, donde se combinan la pequeñez del sitio con la gracia saltona de su dueña, la negra Dubis, la antigua dependiente de la plaza de Santo Domingo que montó hace 15 años, quizás 20, EL PORTON DE SAN SEBASTIAN, en la calle segunda de Santo Domingo y que nos deleitó a unos y otros dejándonos saborear sus viandas. Pienso en el frito de camarones apanados, en la mariscada con sabor a Boquilla o en los pulpos como los preparaba en la década del 60 el mitológico Capilla del Mar.

Hace tres meses no se ofrecen porque el restaurante hubo que cerrarlo, pero con el día del padre llega la buena nueva que la resistente negra, que se empolvaba las gigantescas tetas en Santo Domingo para que los clientes del restaurante ajeno no se olvidarán de ella, ha resistido. Haciendo tal vez de tripas corazón, se le va a medir desde mañana a los domicilios de todos sus platos que la hicieron aparecer en revistas y pantallas y recibir a tantos turistas de distintas partes del mundo a donde llegaba el rumor de su excelente cocina. No sé si va a poder levantar de nuevo el toldo.

Ha rebajado los precios en un 33% y garantiza el servicio en menos de una hora en la puerta de tanto cartagenero que haga sus pedidos.

Pero quienes desde lejos no hacemos sino anhelar el sabor a gloria que sus manos prodigiosas le pone hasta al pan tostado con ajo, y quien sabe cuándo podamos volver, hacemos votos porque el PORTON DE SAN SEBASTIAN pueda resistir esta hecatombe que como tromba marina se llevó el ilusorio turismo del corralito de piedra y se sostenga con los domicilios hasta que permitan volver a abrir.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.