8 mayo, 2024

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Crónica# 838 del maestro Gardeazábal: por las brisas del Porce

Gardeazabal

@eljodario

El lunes pasado, gracias a la magia del internet, asistí al funeral de una sobrina de mi padre, muerta en olor a las breñas de El Porce, donde había nacido hace más de 80 años.

Lo hice sin moverme desde esta finca en la que he vivido gran parte de mi vida, y que lleva desde 1942 el nombre de El Porce, en honor a ese cañón aurífero donde ellos se forjaron.

Ver todo ese poco de rostros familiares alrededor de sus cenizas me hizo pensar en cuanto tiempo y cuanta cosa ha pasado alrededor de Guadalupe, aquél pueblito perdido en las montañas del noroeste antioqueño.

Mi abuelo fue minero en La Bramadora, allá por los lados de Malabrigo. Mi padre fue arriero hasta que en plena juventud lo excomulgó Builes y se fue a trabajar a las petroleras de Barranca antes de llegar al Valle a sembrar arroz. Todos sus hermanos y sus sobrinos y los hijos de ellos fueron llegando gota a gota a Medellín, detrás del tío Angel Pablo, que se había afincado en su casa de la calle Juanambú, pero, así como se educaron y lograron hacer la vida y prolongar el alcance de la tribu, nunca han dejado de rendirle culto a Guadalupe y a las breñas de El Porce.

De patética manera lo recordó en el funeral con palabras emocionadas Simón Pérez, el antiguo concejal de Medellín, sobrino de la difunta.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Todos hemos rendido en algún momento tributo cariñoso a aquellas tierras así estemos en lejanía y aunque la última vez que volví contemplé  la masa enorme de agua de las represas que ahogó la mayoría de lo que fueron sus fincas, todos sus descendientes hemos hecho y seguiremos haciendo venia frente al totem terrígeno de la hoy incontable tribu y lo simbolizamos el lunes  ante el féretro de Cruz Magdalena Pérez, la hija mayor de la tía Irene, las dos pioneras del trasteo parroquial que hicieron de Guadalupe a Medellín buscando saciar la sed de progreso y conocimiento y que afortunadamente nos heredaron para que sigamos alimentándonos de saberes ajenos antes de las batallas.