3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 834 del maestro Gardeazábal: ni enredado ni atolondrado

Gardeazabal

Un distinguido, pero muy irrespetuoso médico me ha llamado telefónicamente para decirme que a mi edad me estoy dejando enredar, es decir que soy un débil mental, porque dizque salí a defender las EPS cuando le hice eco a la situación verosímil y preocupante que planteó el alcalde de Bogotá si llegaren a suprimir todas las EPS y le dejan la responsabilidad de la atención de casi 4 millones de personas únicamente a la Nueva EPS.

No voy a discutir con semejante galeno porque si de algo me he cuidado es ni en defender las EPS ni en destruirlas como lo quieren en el gobierno desde los días de la Corcho. Ni lo uno ni lo otro. Hay que reformarlas, de eso no me cabe la menor duda. Pero no a punta de los latigazos del médico Jaramillo Martínez ni negociando con cuotas presupuestales o contractuales los votos para que pase la reforma.

Al mismo tiempo, y curiosamente, un querido y respetado viejo amigo trosko a quien conocí, traté y admiré desde mi época universitaria me ha escrito para decirme jocosamente que actúo como un atolondrado porque le he dado demasiada importancia a los miserables latrocinios con los carros tanques de la Guajira y no se la di, en su momento, a la muerte de los niños hambrientos durante el nefasto gobierno de Duque. Ni enredado ni atolondrado. El que me acerque a ser octogenario no me conlleva a perder ni la sensatez ni la capacidad de análisis de los difíciles y oscuros momentos que soporta el país.

Menos que me va a llevar a quedarme callado cuando sé que mi linterna, aunque envejecida todavía puede alumbrar el camino para que no se sigan repitiendo ni las cagadas ni las estupideces que han caracterizado estos dos años de gobierno Petro.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Respeto con dignidad a quienes creen en el ordenamiento arrevesado que el señor presidente le quiere dar al país para acercarlo al caos, pero de allí a negarme a compartirlo o a no advertirlo no me pueden llevar a ser calificado de débil mental o de atolondrado. Respetémonos.