@eljodario
Aunque el cordialísimo Chuspas, que funge como ministro del Interior, por andar jodiéndole la vida al expresidente Gaviria no le queda tiempo de darse cuenta de lo que está pasando en las ciudades grandes que dominan las bandas, las noticias sobre sus ejecutorias son cada vez más alarmantes y nos llegan por los videos de internet o por radio Bemba, que sigue trasmitiendo en la misma onda de toda la vida: de boca en boca.
Todo parecería que, tanto en Riohacha como en Tuluá, en Medellín como en Cali y en todas las ciudades donde las bandas se han organizado y controlan el comercio con sus extorsiones y conviven con las autoridades, uniformadas o no, están preparando el asalto democrático a las elecciones del próximo octubre.
En algunas repetirán el esquema que ya estrenaron el puente pasado en las calles de Buenaventura patrullando las calles y obligando a sus habitantes a actuar por terror. En otras, como sucedió ayer en Barranquilla, usarán las redes para comunicar el resultado de sus operativos sanguinarios y entregar la información sobre las bandas rivales que ni la Policía ni la Agencia Nacional de Inteligencia poseen.
Esas bandas no van a inscribir candidatos a nombre de ellas, porque todavía no se han inscrito como partidos políticos, pero seleccionarán los candidatos y en acuerdos tácitos, por conveniencia o por inteligencia electorera, están en condiciones de desviar a favor de unos u otros el voto popular asustando, amedrentando o extorsionando.
Mientras tanto las autoridades uniformadas, con las manos amarradas verán desde sus cuarteles el trascurrir de los episodios pues no podrán traicionar a su presidente quien dio la orden de armas a discreción mientras realiza procesos de diálogo con quienes manejan algunas bandas.
Por supuesto los colombianos que no somos pendejos, vemos las otras bandas, las que no dialogan, pero ejecutan, ejercer su pleno dominio amparadas en la sombra de la paz.
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