3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 64 del maestro Gardeazábal: Alborada

@eljodario 

Este año la tal alborada del primero de diciembre como que fue peor, más voluminosa y en más ciudades del país.  

La costumbre de quemar pólvora estridente, de hacer desfiles en moto, de volver fiesta la madrugada del primer día de diciembre ha sido explicada con el correr de los años como una manifestación de la cultura traqueta. El hecho de que haya sido introducida desde Medellín, en pleno auge del poderío narcotraficante, respalda esa tesis. Era de forma idéntica, con pólvora tronante, luces de bengala y fiesta para toda la cuadra que los traquetos celebraban la coronación de un cargamento de coca en su viaje a los Estados Unidos. Eran los tiempos de las avionetas trasportadora del polvo de los ángeles. No había submarinos ni conteiner envenenados.  

Con los años y la modernización del negocio de la droga ya no se pudo celebrar al finalizar cada envío, pero como la navidad en los hogares hasta donde haya llegado la cultura antioqueña es motivo de reunión familiar, de reencuentro de los que viajaron en la diáspora y diciembre y el alumbrado se volvieron el mes de la parranda y la animación fiestera, la costumbre de hacer tronar los cielos y reventar las calles y asustar a los perros para que se metan debajo de las camas, se fue volviendo costumbre al iniciar el último mes del año. Y como la sombra traqueta, con costumbres y valores, fue abarcando ya no solo a Medellín sino a Antioquia y luego a gran parte del occidente del país desde Turbo hasta Ipiales, se renovaron las tradiciones paisas y la madrugada del 1 de diciembre se convirtió en institucional y todas las ciudades, grandes o pequeñas, a donde llegó en algún momento la civilización antioqueña, la celebran. 

Se creía por parte de los despistados que nos gobiernan que este martes 1 de diciembre del 2020, luego de 9 meses de soportar la peste, no se tendría la capacidad de adquirir pólvora, de hacerla sonar, de romper con fiesta el último mes del año y que el ímpetu mermaría por cuenta de los tapabocas, los toques de queda y las medidas anticovid.  

Fue peor. Los videos de los cielos de Medellín, los festejos en el Viejo Caldas, las algazaras sin límite en Tuluá y en casi todos los pueblos de la geografía vallecaucana llegaron hasta Cali donde antes no había alcanzado el nivel de desorden que caracteriza esa madrugada desde hace décadas en medio país. Por supuesto, proyectando tamaño ánimo a lo que será la primera navidad y año nuevo en pandemia, con toque de queda y medidas restrictivas, lo que se nos viene encima puede ser algo peor que la rebelión de los oprimidos. Es inevitable. El riesgo del contagio lo correrán millones de compatriotas, con tapabocas o sin él, borrachos o felices, que importándoles un comino convertirse en candidatos a ingresar antes del 20 de enero a una UCI celebrarán como sea estas fiestas.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal