26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 116 del enchuspado maestro Gardeazábal: Desespero o imaginación

@eljodario

Vamos bamboleando entre la ignorancia y el desespero.

Ya completamos 4 meses y seguimos sin saber dónde y cómo se originó el virus que consume a millones de infectados y ha destortillado la economía de otros millones de hogares y de casi todos los países del mundo.

Llevamos 120 días y no aparece el medicamento que detenga el avance del corona virus. Tampoco ningún economista ha sido capaz de vomitar la fórmula mágica que saque al mundo de la inminente quiebra porque para los banqueros de Wall Street, esto es una pandemia pasajera de la cual saldrá librado finalmente el mundo y los billetes no quedarán contagiados.

Pero cuando aparece el atrevido, sabio o ignorante, como Trump o Bolsonaro tomando hidrocloroquina, o el médico alcalde Jorge Iván Ospina y la gobernadora del Valle, respaldada tan solo por la lógica que tiene una ama de casa, invitando a usar la ivermectina, algunos cruzamos los dedos para que les resulte favorable el tratamiento y tengamos al menos una luz de esperanza si salen incólumes en un par de semanas. Otros, empero, casi histéricos, se aferran a la ciencia que ya no convence porque ha sido incapaz de encontrar el antídoto y usando sus uniformes de sanitarios como escudos, estigmatizan y vituperan acusando al desespero de ignorancia.

 En Colombia, empero, el asunto parece que va de mal en peor. Por cuenta del informe equivocado de Imperial College, nos estuvimos en cuarentena desde el 18 de marzo. Nos dijeron que los hospitales y clínicas se prepararían (quedando muchos de ellos vacíos) para el momento crítico de la pandemia. Como él no llegaba y no hubo poder de convencimiento por parte de la dirigencia para que entendieran la magnitud de la peste y no se pusieran a regar el virus, la mentira de la curva aplanada es ahora una línea en vertical subida.

Cali, Medellín y Bogotá empiezan a sentir pasos de animal grande. Cada quien teme a su manera que sus ciudades se pueden volver como Guayaquil o Manaos y que no den abasto ni las UCI ni los crematorios ni las fosas ni las funerarias.

Lo que nos obligaron a hacer no sirvió. Lo que tenían que hacer, no lo hicieron. Ni hay más UCI ni hay un servicio de respuesta inmediata para que recojan los cadáveres. No solo perdimos el tiempo. Envolatamos la esperanza y no le creemos ni al gobernante ni a los médicos.

Ahora hay que repetir la estúpida metodología medioeval. Pero ya sabemos que ese método no es válido, y lo que es peor, estamos agotados, sin ahorros y sin ganas.

Hay entonces que apelar a la imaginación. Hay que convencer no decretar. Quien salga a la calle debe llevar siempre barbijo. Y es el estado quien debe regalarlo a todo ciudadano que necesite salir. Si la ivermectina es una opción, usémosla. Si la hidrocoloroquina y la azitromicina es el coctel que da una posibilidad, importen o produzcan esos medicamentos y déjenlos usar a las EPS.

Si nos quedamos esperando a que los científicos se pongan de acuerdo y aparezcan sus vacunas y sus medicinas, no vamos a durar, solo van a quedar ellos vivos.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal