5 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Cónyuge y ocupación hasta que la muerte los separe

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

Las dos decisiones de mayor impacto en la vida personal de cada persona son las de escogencia de cónyuge y la de ocupación o carrera. Ninguna de las dos ha sido, ni será, una decisión fácil, con frecuencia tomada a la ligera, forzada por determinados tipos de presiones o por insuficiente conocimiento de causas y consecuencias. Aunque la primera se fundamente socialmente en un compromiso “hasta que la muerte los separe”, no es menos cierto que en cuanto a ocupación o profesión, desde siempre, se pensó como una escogencia para toda la vida y, en muchos casos, como una herencia familiar que se continúa en la vida de muchos por  varias y sucesivas generaciones. Es decir, era la ocupación o el oficio el que abandonaba a la persona, lo seguía a lo largo de la vida como si fuese parte de su propio genoma, heredado y trasmitido. Todavía, por la onomástica antropológica, algunos de mis lectores lo observarán en sus apellidos como Carpintero, Zapatero, Guerrero, Hidalgo, Escudero, Ballestero, Caballero, Herrero, Jurado, Sastre, Vaquero y Berdugo. 

Como sabemos esas dos decisiones tan trascendentales y arraigadas en las distintas culturas han cambiado de modo fundamental en su naturaleza. 

Nos centraremos aquí en las decisiones ocupacionales que debido a los avances en los campos de las ciencias y las tecnologías con sus impactos en los campos sociales, económicos, geopolíticos y culturales ya no son eternas, para toda la vida, sino transitorias. Hay una rápida transformación y surgimiento de nuevos campos ocupacionales o profesionales. Muchos de los actuales se tornan irreconocibles. 

De ahí, resulta aún cada vez más difícil para los los jóvenes tomar decisiones acertadas frente a sus estudios para un desempeño laboral estable y satisfactorio en lo personal. Situación que complica los roles de orientación vocacional que deben desempeñar los padres de familia y maestros quienes, por igual, son afectados por la misma incertidumbre que crea el cambiante mundo laboral. Encuentran todos ellos dificultad para proveer una adecuada orientación académica, vocacional o profesional que pueda tener alguna solidez en el tiempo y que pueda conducir a los jóvenes  a decisiones acertadas en el mundo del trabajo tanto incierto como cambiante. Para los maestros se configura un caso especial dado que ellos viven a diario la presión de los avances en muy distintos campos que los obliga a mantenerse actualizados. Algo similar se da con aquellos padres de familia que por la misma situación cambiante llegan al justificable pánico del desempleo, en especial   aquellos que trabajan en labores de bajo nivel de cualificación que pueden ser, y lo son a diario, reemplazados por la automatización. 

La concepción inicial de una carrera profesional, a diferencia de los oficios artesanales, se ha apoyado históricamente en tres supuestos: 1. La carrera representa para una persona su conocimiento, su experiencia e identidad, lo que se es y lo que se es capaz de hacer ahora y por mucho tiempo, con frecuencia durante toda la vida laboral activa. La consecuencia de esta identidad, respaldada por pergaminos académicos, es que un cambio de trabajo significaría adquirir otra identidad y correr el riesgo de ser reconocido como un fracasado. 2. La carrera se construye y perdura a lo largo de muchos años, llena de satisfacción y de orgullo al profesional. La consecuencia de un cambio lleva a serios dilemas sobre la valía propia, a angustias sobre lo incierto de nuevos emprendimientos, a una indagación con incertidumbre sobre qué hacer con lo sabido o cómo incorporarlo a los nuevos caminos. 3. La carrera produce retribuciones monetarias, psicológicas y sociales, permite dar sentido y propósito a la vida. Hay consecuencias que llevan a considerar acciones inciertas y a enfrentar la intensa incertidumbre  si la carrera u ocupación pierde valor social o económico y su correspondiente prestigio. (https://rb.gy/u9vb7o). 

Hay consecuencias discernibles que se aprecian ya: Vigencia cada vez mayor de vinculación laboral por contratos a término fijo, dificultad de planeación personal por la ausencia de un horizonte amplio en el tiempo, desaparición del “dividendo de la longevidad”, incertidumbre sobre beneficios futuros pensionales y de seguridad social, surgimiento cada vez más frecuente de  trabajos híbridos; o sea, de esos que requieren conocimientos o experticia en  varios campos o disciplinas que antes eran separados. Se reconoce en algunos contextos laborales, por parte de los empresarios, que los nuevos trabajadores no estarán en la empresa más de 10 años y también que la inmensa mayoría de los puestos actuales de trabajo están en procesos de reingeniería. Se pregona que hay que subirse, dominar y no ser arrastrado por la ola en este mundo del siglo XXI. Antes un nuevo profesional era vinculado  y progresaba  con los años hasta jubilarse, pero esas carreras estables han terminado; los conocimientos se vuelven obsoletos con rapidez, tienen una vida útil  muy corta y la vinculación laboral también, a menos que se incurra en actualización  o reentrenamiento constante especialmente en el uso de herramientas informáticas y con fundamentación en las bien llamadas habilidades socioemocionales.(https://rb.gy/u9vb7o).  

Hoy se da una reducción sustancial en el número de estudiantes que acceden a programas de educación superior, seguramente en parte debido a la baja en la tasa de crecimiento de la población, pero también por otros factores que la sociedad informatizada, en especial por los requerimientos laborales que la cuarta revolución industrial impone a los jóvenes y a los ciudadanos en general. A lo que se agrega el hecho de que un profesional después de varios años de estudios universitarios su retribución económica es baja, a la vez que muchos entran al mundo de los desempleados con serias dificultades para  encontrar empleo. 

Es así como en este contexto se precisa ofrecer opciones reales a los jóvenes para su futuro personal y social como ciudadanos y como trabajador. Y también a los trabajadores actuales que como resultado de las transformaciones del campo laboral y por acontecimientos extraordinarios, como el de la pandemia del coronavirus, han perdido su empleo. Entre las opciones están los nuevos medios para formarse en las habilidades y conocimientos del mundo informatizado o para la recualificación laboral en el trabajo. Una y otra combinando la formación académica con la laboral para incrementar la pertinencia y fundamentar mejor los conocimientos y habilidades requeridas. Se trata de las ya bien conocidas opciones de micro credenciales, insignias digitales y micro títulos. 

Una actitud importante que requiere ser cambiada, frente a la realidad tozuda de los hechos, es aquella imperante de la acumulación de títulos como un medio de tener vigencia laboral. Más bien, se pueden actualizar conocimientos y habilidades por medios alternativos con validez cada vez más reconocida en muy distintos ambientes laborales. Ante la pérdida creciente de la valía de los títulos académicos dichas credenciales han venido adquiriendo mayor valor para la vinculación laboral, para mantener un empleo o para desarrollar emprendimientos exitosos. 

Así, bajo este nuevo ambiente, se hace más evidente y necesario que cada uno puede programar su propia carrera por caminos diferentes en lugar de responder a un plan formativo único que lleve a rutas iguales y parecidas a todos, pero no necesariamente oportunas y pertinentes para cada uno según sus propias condiciones personales, laborales y de conocimientos y habilidades. 

Hay, por lo tanto, más allá de la certificación con un título universitario, modos y medios educativos claros y precisos para ofrecer a los jóvenes. Son modos alternativos para acceder a una sólida formación para los trabajos y emprendimientos de la cuarta revolución industrial, formación por distintos mecanismos a los actuales que pueden representarles una formación precisa que los lleve a ingresos laborales  mucho más allá de lo que se obtienen con un título universitario que habilita a una vinculación usualmente mal pagada o que resulta en el nada orgulloso desempleo ilustrado, con pomposa titulación.   

En el mundo de los avances en ciencias y tecnologías y los conexos en los campos sociales y de la cultura los títulos universitarios de pregrado o postgrado, como se ha reiterado, perderán, a la vez, valía frente a otros modos alternativos de formación con énfasis en la pertinencia social y laboral y con solidez en las habilidades socioemocionales. Desaparecerán los criterios de admisión excluyentes y el énfasis en el uso de pruebas estandarizadas para medir la calidad de la educación; más bien se promoverán políticas de acceso a las distintas formas y niveles de educación, enfatizando, a la vez, el acceso de las mujeres  y de los grupos minoritarios excluidos o marginados.  

Las dos decisiones vitales, la de pareja conyugal y la de ocupación, profesión u oficio, son tomadas para construir felicidad y alcanzar una vida la plena llena de satisfacciones para sí mismo y para una lograr y mantener una armonía gratificante con los demás. Son metas humanas altamente difíciles por los múltiples obstáculos e interferencias que en un mundo de cambios acelerados afectan la vida diaria de cada persona. Por ello, se requiere, entre otras, las habilidades emocionales para habilitar la opción de ajustes de las metas personales  y laborales frente a cambios sucesivos que pueden resultar amenazantes y abrumadores.