Por Claudia Elena Correa Giraldo
Orlando Cadavid Correa, (Q.E.P.D) quien decía en vida, “Sí volviera a nacer, elegiría de nuevo ser periodista”.
Hoy 27 de junio en su primer aniversario hago un tributo en el cielo, para recordarle que vive presente en mí, que los halagos y reconocimientos que nunca le gustaron en vida es mi deber hacerlos hoy en el cielo.
Son muchas las ideas que corren por mí mente, seguir su paradigma es mi pasión. Un montón de palabras se rebasan en mi cerebro para finalmente equipar una columna que tenga su estilo, un estilo único, auténtico.
En lo personal, su amor y admiración descomunal por su urbe amada, Manizales, la ciudad donde se formó como periodista de talla mayor, trabajó por muchos años en la gobernación de Manizales, a quien con tanto amor bautizó El Palacio Amarillo, rememoraba volver a verlo de cerca y devolver ese tiempo tan feliz donde forjó grandes amigos y colegas que lo acompañaron desde siempre. Trabajé tantos años a su lado que fui testigo fiel de su lealtad y amor por los amigos, él decía que era mejor tener amigos que dinero, porque el dinero nunca le importó.
Orlando el que yo conocí, el que no le importaba las cosas materiales, siempre fue amante de lo tradicional, nunca le gustó la tecnología; Su pasión por la lectura era de admirar, podía leerse un libro en dos días, prodigaba letras y a la vez era creador de robustas columnas que desmenuzaba con temas del pasado o grandes vivencias que convertía en experiencias.
Aquel fiel adepto del escritor y periodista Gabriel García Márquez y del Santo Papa Francisco. Como olvidar su estilo único para poner sobrenombres, solo por nombrar algunos: A su hermano Carlos Cadavid, (Q.E.P.D); quien amaba con todo su corazón lo bautizó Carepato, a su trabajador de tantos años Oscar Cano, lo citaba El Aliviadito, a su amigo de siempre Evelio Giraldo (Q.E.P.D), le decía Topín, y a mí siempre me llamó Claudín. Su culta inteligencia y buen sentido del humor lo acompañaron siempre.
Descansa en paz Orlando Cadavid con la convicción que tus valores y enseñanzas como ser humano, tus columnas y escritos como periodista tendrán por siempre no sólo tu sello único e inigualable; sino que vivirán por siempre en mi mente y en mi corazón.
Más historias
Crónica # 979 del maestro Gardeazábal: No se pelea con la cuchara
Doblo la apuesta: María Corina triunfará
Crónica # 978 del maestro Gardeazábal: Reculando a escondidas