26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Los enanos repelentes

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez  

Desde mi óptica, tres premisas debo dejar claro para la comprensión de este artículo de opinión: 1- El Partido Liberal es un triste moribundo que está vivo por el amor que miles de colombianos profesamos por su ideología, tan venida a menos, por los intereses ocultos de parte de su representación. 2- La Revista Semana no es, especialmente en su última etapa, un faro que se pueda seguir. Pasó de ser un medio independiente a uno con matrícula partidista y de ¡qué forma! 3- No tengo candidato presidencial, aunque profeso simpatías por Alejandro Gaviria, sin que de tajo descalifique opciones como la de Gustavo Petro o Juan Manuel Galán.  

No he podido comprender la torpeza de Sergio Fajardo y Juan Fernando Cristo, vendida al parecer con éxito a la Coalición de la Esperanza, de vetar la llegada a ese sector de lo que ellos llaman peyorativamente “el liberalismo de César Gaviria”. Hace cuatro años, ese mismo estilo descalificador, dio al traste con el triunfo de una opción que no fuera alguno de los extremos en la confrontación. La historia es cíclica y se repite, al decir de Giambattitsta Vico y Arnold Toynbee. Mirada la encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría y que esta sábado publicó la Revista Semana, que presenta a todos los candidatos, excepto a Gustavo Petro, como unos verdaderos enanos frente a este, uno se pregunta en qué mundo viven los que así proceden al vetar a uno de los partidos con mayor representación política en el Congreso, las asambleas, los concejos y las alcaldías de Colombia. El Partido Liberal no es César Gaviria, tampoco lo son los actuales parlamentarios. El partido somos miles de ciudadanos que queremos y buscamos una Colombia mejor. Ellos nos dirigen transitoriamente y somos sus militantes los que debemos, internamente, buscar los cambios que requerimos. Nadie debe imponernos sus designios desde afuera. Eso es mínimamente irrespetuoso. 

De persistir el veto que Fajardo y Cristo tienen sobre el liberalismo presagio una división del partido de cara a las futuras candidaturas, la oligarquía liberal engrosará las filas del Centro Democrático y las bases liberales apoyarán a Gustavo Petro. No veo más opciones porque los enanos repelentes han optado por permanecer en su pequeñez y se obstinan en persistir en sus viejos errores, dividiendo a los colombianos entre buenos y malos.  

Obvio que el liberalismo se tiene que someter a una profunda reingeniería y volver a sus postulados y al nicho ideológico que históricamente ha defendido. Debe apartarse de la politiquería que tanto daño nos ha causado. El liberalismo tiene que ser, de nuevo, el faro que guíe a miles de excluidos y abandonados de la fortuna, la fortaleza de las minorías y el gran soporte de las reivindicaciones sociales y económicas que está reclamando la patria. No podemos seguir siendo el vagón de cola de tanto dirigente de medio pelo y permitiendo que nuestras banderas sean hoy las banderas de otros partidos y candidatos, que además las exhiben con orgullo y éxito.