7 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Condena a unos dormidos

Por Horacio Toro  

En diciembre de 2020 cuando la Contraloría General de la República anunció la imputación de responsabilidad fiscal por el desastre de Hidroituango por el astronómico valor de $4.1 billones no sabíamos que la prueba reina era el dictamen realizado unos meses antes por la Facultad de ingeniería de la Universidad Nacional.

Quedé sorprendido, no de la cifra sino de saber que La Nacional contara con esta clase “expertos” en un tema tan complejo y especializado como lo es el mercado mayorista de energía en Colombia. 

Más que admiración por esta situación me causó desconfianza, además porque un dictamen de estos puede costar perfectamente unos $1.500 millones y la Universidad apenas había cobrado $200. 

Así las cosas, le hice llegar el dictamen a un amigo experto en ese tema, quien después de varios días de análisis concluyó que el Dictamen había quedado mal hecho. 

¿Qué? ¿Cómo así?, así tal cual, se ratificó, ese dictamen vale tres pesos, me dijo. Tiene fallas de forma y de fondo. Los que lo hicieron no tienen la idoneidad, equivocaron la metodología, calcularon mal, en resumen, hicieron un sancocho paisa (ojo, no de paisas) y concluyó que es más sencillo tumbarlo que sustentarlo. La Contraloría va a hacer un papelón, sentenció. 

Comentamos que los abogados y sus equipos de expertos se darían rápidamente cuenta de esta situación, lo iban a controvertir y la Contraloría debía enmendar. 

Paralelamente se publicó la demanda de EPM contra los contratistas por 9,9 billones y vimos que la metodología había sido similar, por lo tanto, también presentaba enormes fallas y que EPM iba a quedar mal parada y se podía caer la demanda. 

Hablamos con el gerente de turno de EPM, el señor Alvaro Guillermo Rendón, quien nos escuchó muy atento, al punto de que ofreció un contrato de servicios para que se le ayudara a corregir los errores. 

Sin embargo, eso del contrato jamás ocurrió, pero sí hizo las correcciones y la demanda quedó con algunas fallas de fondo, pero, definitivamente, mejor presentada. Esto lo cuento solo como anécdota, para significar que fueron muy útiles para EPM las observaciones que oportunamente se le hicieron. 

Volviendo a lo de la Contraloria , vale la pena contar que tratamos de informar a algunos de los implicados esta situación y la respuesta fue similar, completo silencio, menos uno de ellos, quien nos mandó a decir que muchas gracias pero que ya tenían todo bajo control y que lo iban a solucionar casi de inmediato. 

Esta semana que se publicó el fallo de responsabilidad fiscal y confirmó los $4,1 billones recordamos lo que pasó y expresamos un justo “se lo advertimos” y corroboramos que la negligencia y la estupidez no solo son hermanas, sino que no respetan condición social o intelectual. 

Ahora solo les queda tutelar por el debido proceso y buscar que no quede en firme el fallo de primera instancia para poder controvertirlo. 

En conclusión, un engendro cuasi matemático, un dictamen mal hecho, es ahora la espada de Damocles sobre unas personas que parecen dormidas y que aparentan haber creído que no iba a pasar nada y que la Contraloría estaba jugando.  

¡¡¡Ironías de la vida!!!