8 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Con la escritura construimos el camino literario pleno de obras humanas sempiternas

Enrique Batista

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)

https://paideianueva.blogspot.com/

Estamos hechos de historias y de leyendas, de hechos y de mitos contados, cantados y preservados, vigentes por la tradición oral y por la magia y dicha de la escritura. El ser humano es ávido de cuentos y recuentos, de leyendas, de relatos y de historias de vida; ávido de información formadora, como se diría hoy. La riqueza oral se vuelve sempiterna con la lo literario, con lo que se escribe, porque en la escritura se plasman vivencias, deseos, temores, deseos de liberación y de trascendencia más allá de lo inmediato, aspiraciones para alcanzar con prontitud lo que puede parecer y ser remoto. La escritura, con el espíritu que anima al escritor literario, va más allá del momento y del aquí y ahora; ella es perpetua, perdurable, imperecedera, una forma eficiente de alcanzar la eternidad, la vida por siempre, porque ella, que tiene fundamento material, conlleva consigo el espíritu humanizador, condición de nuestra especie que es perenne.

Las palabras expresadas en las diversas formas literarias que los humanos, por la dicha que los distintos pueblos, han construido, expresan su sentir, vivencias, realizaciones físicas y las construcciones mentales que de otra manera pudieran ser insondables o indescifrables. Las palabras, ponderadas y henchidas de especial significación en la variedad de expresiones literarias, se escriben y se diseminan, desatando con libertad el placer de la lectura con su enriquecedora y emancipadora impronta inmarcesible. Las palabras escritas son la huella en los caminos del tiempo y del espacio que dejan las civilizaciones y las diversas culturas. Ellas, independientes del idioma en el que han nacido y se han enriquecido, construyen los sentidos de plena identidad y de valía de las diversas y afortunadas variaciones culturales.

Sin las palabras no hay humanidad, ellas son el origen y el fin de todo lo humano; por ello, el libro sagrado de los cristianos bien dice que en el comienzo fue el verbo, el mismo Creador; las palabras son herencia y don de la divinidad; las palabras nos han hecho seres humanos y en la literatura plasmamos la magia de ese don divino.

La literatura es humanidad, es legado divino permanente, es aprendizaje de lecciones pasadas, es fundamento para la construcción de conocimientos, de las ciencias, las artes y las culturas. Está en ella la valía del acceso a los textos, de aprender a leer, de enriquecer el vocabulario, de proteger y preservar la lengua propia y la de otros grupos culturales, en especial de los más vulnerables hoy. Su valor es universal, de vigencia prolongada en el tiempo. Hoy se pueden leer el «Código de Hammurabi» (escrito hace cerca de 4.000 años), el «Libro de los Muertos» de los antiguos egipcios (escrito hace 23 siglos), el «Corán», el «Nuevo Testamento», «La Ilíada» y «La Odisea», las comedias y tragedia de los griegos antiguos como «Antígona» y «Edipo Rey», «Las Fábulas de Esopo», «La Divina Comedia», «Romeo y Julieta» o «El Amor en los Tiempos del Cólera», todos con vigencia hoy.

Aprender a leer es el logro académico, cognitivo y afectivo más importante de una persona. No habrá otro tan crucial en su vida. En la familia y la escuela, desde la más tierna edad, mediante «La alegría de leer», acompañada de la escritura, se forma al ser letrado, a ese ser que puede elaborar, crear variedad de textos literarios, y obras de otra índole, para permitirnos conocer mejor al mundo o desvelar sus ocultas facetas. La lectura y la escritura  son el fundamento para  el pensamiento crítico y divergente, para el desarrollo de manifestaciones superiores del intelecto, para ser sabio, ahondar y  abundar en conocimientos enriquecedores derivados de la lectura de textos.

Sin tradición escrita u oral, no habría historia, ni civilización, tampoco ciencia, ni literatura. Literatura, por etimología, se refiere al uso de las letras, de las palabras, aquello que hace el escritor y el lector. Pero va más allá, ya que con el correr de los tiempos adquirió una acepción mucho más amplia, para llegar a ser un constructo que refleja el proceso humano que fundamenta la socialización de niños y jóvenes (y de todos, sin excepción) el cual permite formar lazos duraderos en el tiempo y el espacio entre distintas generaciones y diferentes culturas; ella es el camino para la universalización de los saberes construidos, acumulados y sistematizados por la humanidad.

La concepción de literatura, aquí esbozada, nos permite resaltar que la lectura y escritura de textos nos permiten el gozo y la apreciación de la valía del lenguaje, de su riqueza para construir, describir y explicar los fenómenos del universo, vivir, construir y expresar sentimientos, formar lazos duraderos de amistad y de amor, o establecer relación espiritual con el Ser Superior. Por eso, se afirma con sobrado fundamento que: «La literatura es una de las bellas artes …que   persigue la belleza y la reflexión… La literatura es arte que se relaciona con otras artes, con una finalidad estética«. (https://rb.gy/xz2w8). A la vez, es un arte para el gozo y la humanización. El escritor es un artista con pretensiones de amplia trascendencia de sus ideas, experiencias, percepción de las realidades, pensamientos y emociones, basado en sus construcciones lingüísticas.

Por su parte, ser un lector es abrir el cerebro para el desarrollo de comportamientos inteligentes, para instaurar el aprendizaje permanente y alcanzar formas superiores de cognición como la creatividad y el pensamiento crítico. Ser un lector le permite a la persona comunicarse con claridad expositiva y precisión, demostrar comprensión avanzada de textos y el desarrollo de la habilidad para asimilar complejos conceptos, entender y construir variedad de figuras literarias con goce y satisfacción propia. Con el enriquecido lenguaje puede comunicar, de manera oral o escrita, complejidades y explicar los fenómenos observados en la naturaleza y en la sociedad.

Desde bien temprano en el hogar y muy pronto en la escuela, la lectura facilita la socialización del infante, su comprensión del complejo mundo, la adquisición del lenguaje con el cual expresar sentimientos y su cada vez más fascinantes comprensiones de sí mismo y de su entorno. Con la lectura desarrolla el criterio moral, aprende a distinguir el bien del mal y la importancia de normas de conducta, de urbanidad y de respeto a las leyes y normas familiares y escolares. En estos tiempos, en donde todos podemos ser productores de contenidos, es preciso evitar que la dicha de ser lector y escritor se apague por la rigidez de una escuela más centrada en certificar y excluir que en formar en la dicha de la lectura y la escritura con los bienes espirituales que las acompañan para ser sapientes, comunicarse con propiedad y abundar en momentos de felicidad.

En efecto, las experiencias de los maestros, padres de familia, avaladas por resultados de muchas investigaciones científicas, demuestran el impacto positivo de la lectura en el progreso personal y escolar de niños y jóvenes: Entre otros:  

● Aumento de la habilidad para el razonamiento abstracto.

● Enriquecimiento del léxico y comprensión de textos más complejos.  

● Reconocimiento y empleo de figuras literarias.

● Fortalecimiento de la memoria de mediano y largo plazos.

● Comprensión y empleo de las reglas gramaticales y de ortografía. Así mismo:

● Mejora de la capacidad para relacionarse con los demás.  

● Habilidad de empatía acrecentada y desarrollo de otras habilidades socioemocionales.

● Aumento de la autoestima y la sensación de felicidad.

● Mayor satisfacción personal y de sus padres por alcanzar mejores logros académicos y personales. Otros efectos positivos muestran que:

● Pueden identificar con mayor facilidad problemas, y elaborar mejores propuestas de solución a los mismos, mientras que en los trabajos basados en proyectos pueden asumir un papel más activo, con mayor concentración en la tarea.

● Tienen mejor salud mental, mayor autoestima y sufren menos de estrés, ansiedad y la depresión que son causadas por la variedad de exigencias y contingencias escolares. (https://rb.gy/bhiaghttps://rb.gy/7nsrkhttps://rb.gy/5hivxhttps://rb.gy/2vw2a).  

De otra parte, la lectura narrativa de ficción contribuye al desarrollo socioemocional con la extracción de mensajes morales implicados en la narración. (https://rb.gy/tgfu7). Las moralejas tienen un gran impacto en la formación de los niños, ya que les enseñan valores y les permiten comprender las consecuencias de sus acciones. Los relatos con moralejas les ayudan a desarrollar sus habilidades para el razonamiento crítico social, a reflexionar, para comprender los errores y a aprender de ellos; así mismo, fomentan la empatía y les enseñan a ponerse en el lugar de los demás, a la vez que les permiten entender el mundo que les rodea de manera más profunda, lo cual les ayuda a enfrentar situaciones complejas y a tomar decisiones mejor fundadas en su vida diaria, en esos momentos y después. En resumen, los textos con moralejas son un recurso valioso para la educación de los niños, tanto en el ámbito personal como social.

Imperativo: Recuerde que el bien supremo de la felicidad se alcanza con plenitud cuando lenguaje, sentimientos y comportamientos se expresan en armónica conjunción.