26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Chao bambino

Por Rodrigo Pareja  

El gobierno colombiano y su cancillería acaban de encontrar otra perla más, para ensartar en el collar de las equivocaciones con las que ha adornado sus ineficientes y erráticas relaciones exteriores.

El presidente Iván Duque y la ministra Claudia Blum, no podrán jactarse al término de sus pálidas gestiones de haber aprobado esa vital materia, así fuera “raspando”, como suelen hacerlo los estudiantes mediocres; a duras penas podrán exhibir un vergonzoso menos uno, si acaso.

Claro que en su Italia que lo mal parió y tuvo la delicadeza de endosárselo a Colombia, repantigado y ahíto de pasta y vino, el narcotraficante, paramilitar y ordenador de decenas de masacres — que no homicidios colectivos — Salvatore Mancuso, podrá reírse a mandíbula batiente del golazo propinado a las víctimas de su nefasto paso por esta nación.

Aquí en el país, para continuar guardando las apariencias y en busca de cualquier otro sofisma que justifique su ineficiencia, la cancillería colombiana continuará buscando a alguien que por fin le redacte y sustente como debe ser, una solicitud correcta de extradición.

Obvio que no será mucho el afán que despliegue en busca de ese objetivo, cuando ya no se usa, como dice el pueblo, pues don Salvatore, entre aplausos y regocijos no exteriorizados por muchos, les recordará con sorna aquel festivo “chao bambino”, con este lapidario agregado: “si te he visto no me acuerdo”.

Un inciso aquí, otro más allá, una demorita, un aplazamiento, una coma mal puesta o un punto aparte donde no cabía, en fin, una serie de minucias de tinterillos y picapleitos, de pronto para satisfacer el íntimo deseo de muchos poderosos que no querían por ningún motivo el regreso del delincuente a estas tierras que tanto martirizó y donde dejó cientos de víctimas.

Y para llenar las apariencias se redactaron entonces varias solicitudes, todas llenas de protuberantes errores

Estas, en cambio, como si estuvieran repletas de recursos, de padrinos poderosos, de conocimientos jurídicos y de influencia a escala mundial, podrán acudir a la “jurisdicción universal” que les recomendó el presidente Iván Duque, o a la Corte Penal Internacional, ambas instancias inexistentes e inútiles para alcanzar el objetivo de la reparación y la verdad.

En lo que parecía un afán de guardar las apariencias se redactaron entonces varias solicitudes para pedir, la extradición de Mancuso, en documentos llenos de protuberantes errores, quizá a sabiendas de que así se frustraría su traída, con la complacencia de infinidad de personajes muy poco interesados en semejante regreso.

Para completar la opereta, el actual Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, quien parece va a ser el nuevo Ministro de Justicia, dio una buena prueba de los enciclopédicos conocimientos que lo elevarán a ese cargo: Les sugirió a las víctimas acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para denunciar los crímenes de Mancuso, olvidando que tal institución solamente juzga estados y no individuos.

Mientras tanto en las campiñas italianas, regodeándose de sus hazañas y en medio de recuerdos, Salvatore evocará a las ineficientes autoridades colombianas, encabezadas por la Cancillería, con ese burlón y repetido “chao bambino, si te he visto no me acuerdo”.