26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Beatriz Rave: La fuerza inteligente

Por Claudia Posada (foto)

Los hombres nos superan a las mujeres en fuerza bruta; por lo demás, entre ellos como entre nosotras, las aptitudes, habilidades, preferencias, actitudes y competencias, van por igual repartidas como fortalezas o debilidades que nos acompañan y caracterizan a unos y otros. ¿Por qué entonces en pleno siglo XXI seguimos creyendo que los hombres son los indicados para gobernar y las mujeres para obedecer? Esto no significa, en todo caso, que “mandar” o “gobernar”, sea dominar el “rejo” y trasladarlo del hogar a la función pública; no, aquí se trata de revisar la sentencia popular que se ha prestado históricamente para varias interpretaciones: “La mujer es el sexo débil”.

Para la candidata a la Alcaldía de Medellín, Beatriz Rave, no aplica eso de “sexo débil” pues sus exposiciones públicas nos revelan una dama muy femenina, aterrizada, pero no apocada; firme, más no agresiva; preparada intelectual y profesionalmente, nada pendenciera y mucho menos pugnaz. Tiene en contra que como es Mujer, con aspiraciones de poder y mando en un medio machista y particularmente de ideas conservadoras, como es la capital antioqueña, ya por ahí va en desventaja.  Y claro, en consecuencia, las encuestas no la favorecen. Esta herramienta de medición se ha convertido en el garrote mas perverso para atajar posibilidades interesantes.

En cuanto a ser Mujer en el ejercicio de la política, lo más lamentable es que ni siquiera las mujeres mismas votamos por mujeres; así, objetivamente para el caso, sean la mejor opción.  Pareciera que preferimos el “rejo” de los hombres, antes que dar la oportunidad a nuestras congéneres. Es posible que estemos desechando las mejores alternativas. Nos falta empoderarnos de lo que somos capaces en el ámbito político y electoral. ¿Acaso tememos que las mujeres seamos inferiores a los retos que exigen temple?  De la señora Rave, arquitecta con especialización y Magister en Gerencia para el Desarrollo, supimos de su amplia y rica formación, de su trayectoria y de la idoneidad que ha demostrado, todo lo que la hace competente para el cargo al que aspira; condiciones que pueden o no tener los demás en la contienda, pero es la oportunidad de votar por quien tiene méritos y no enfrentamientos.

¿Vamos a seguir negándole a la fuerza inteligente el mandato local? Ya sabemos cómo administran el erario los hombres, su estilo a la hora de tomar decisiones, y cuáles son sus prioridades; sigamos en esa línea, o transformemos lo previsible en un sorprendente resultado. Tenemos ese poder en democracia, desde la sensatez, la coherencia y por la equidad. No contribuyamos a la polarización nacional asumiendo posturas desatinadas, elijamos para el beneficio colectivo, localmente.

Las encuestas, por su parte, son el otro punto en contra de Beatriz Rave. Se les tienen desconfianza ya que pueden ser manipuladas, así que no son completamente creíbles. Los resultados arrojados en cualquier encuesta que no esté estrictamente diseñada, pueden variar según en dónde las apliquen, si las preguntas las responden mayormente jóvenes o tercera edad, si los barrios en los que viven los encuestados son de estratos bajos o altos, el grado de escolaridad de los que responden también influye, entre otros.

En tal sentido, para algunos sectores, acoger el continuismo es patrocinar a contratistas ya enriquecidos; así como para un significativo porcentaje de potenciales electores “no hay por quién votar”. Puede ser cierto todo esto y en buena parte no poder confirmarse, sin embargo, es necesario señalar que somos nosotros mismos como electores, los culpables de llevar al poder a los menos convenientes.  Las encuestas no son la revelación de un resultado preciso, cada día trae su afán y suceden acontecimientos -o tomamos conciencia de lo que está en juego- lo que puede llegar a variar asombrosamente las posibilidades. En definitiva, las encuestas son de fácil manipulación y existen muchas formas de “hacerlas sobre medidas”. De ahí que votar por “el que va ganado”, por el segundo porque ese es “el del voto útil”, o convencidos de que es “mejor malo conocido que bueno por conocer”, es el peor error que cometemos los electores. Votar sin razones fuertes por este o aquel, simplemente por nombres “vacíos” por lo que a mí no me dicen nada, es caer en estrategias -si no negras- sí, algo sucias.

Olvidémonos de encuestas, concentrémonos los pocos días que faltan para el 27 de octubre, en el rol de electores responsables o de mujeres comprometidas con la ciudad que nos cobija, la que no puede ponerse en manos incapaces, ni en la cabeza de “volantones”, ni tampoco en los “bolsillos llenos” de los que hacen y deshacen, como lápiz con borrador.