26 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Afganistán bajo la Sharía

Rafael Bravo
https://rafaelibravo.blogspot.com/

Por Rafael Bravo 

“There are so many varying interpretations of what Sharia actually means that in some places, it can be incorporated into political systems relatively easily” 

 ‘’Hay tantas interpretaciones diferentes de lo que significa la Sharía que en algunos lugares puede incorporarse en los sistemas políticos relativamente facíl’’. Steven A Cook

Consejo de las Relaciones Internacionales Británico 

El retorno al poder del régimen Talibán significa un riesgo para la población afgana que tuvo la oportunidad de vivir bajo ciertas libertades y ahora es obligada a someterse a la ley islámica o Sharía, una forma rígida de interpretar las normas del islam. Su aplicación varía de acuerdo con las tradiciones y el contexto cultural de cada región. El Corán o libro sagrado establece unos códigos donde la oración y el ayuno son la guía diaria de los musulmanes siguiendo las enseñanzas del profeta Maoma. 

Cuando el Talibán estuvo en el poder entre 1996 y 2001 las milicias impusieron unas condiciones estrictas castigando a quienes violaran los preceptos islámicos con métodos como el azote, apedreamiento o ejecución públicas. Pese a que el portavoz del nuevo gobierno prometió respetar los derechos de las mujeres, A diario se denuncian ejecuciones sumarias de mujeres que se niegan a cubrirse la cara y de funcionarios locales que son asesinados por no reconocer al nuevo gobierno. Ya comenzó una cacería puerta a puerta con lista en mano para dar con el paradero de quienes sirvieron como colaboradores de tropas extranjeras y de apoyo a los Estados Unidos y los países de la coalición. 

Resulta propicio establecer paralelos con lo que en su momento grupos insurgentes como las Fuerzas Armadas de Colombia-FARC y el Frente Farabundo Martí en El Salvador prometieron en sus procesos para respetar los acuerdos de paz y reparar a sus víctimas. La realidad nos ha dejado una cúpula que se niega a reconocer los horrores de sus actos, la negativa a entregar los bienes mal habidos y el regreso de una nueva disidencia dedicada al narcotráfico. Por su parte, los gobiernos recientes del país centroamericano terminaron enriqueciendo a unos pocos y dejando una estela de pobreza y violencia. 

Los 20 años de guerra y represión del Talibán le van a pasar una factura grande frente a la comunidad internacional. Ansiosos por reconocimiento, lo primero que deberán garantizar es que en su territorio no habrá cabida a grupos como Al Qaeda, que fue precisamente el origen de las acciones militares de los Estados Unidos y la coalición en su combate a Osama Bin Laden luego de los actos terroristas de 2001. Igualmente, que bajo su amparo no habrá un renacimiento del Estado Islámico y que como se ha reiterado se respetarán los derechos de las mujeres y aceptar que ellas hacen parte de una sociedad plural que aporta al progreso. 

Los Estados Unidos y otros miembros de la Unión Europea anunciaron una congelación de los fondos depositados por el banco central afgano hasta tanto no se conozca el rumbo que tomará la dirigencia talibán. Hay que recordar cómo la financiación de este grupo vino de extorsiones al comercio principalmente en las fronteras que comparte con Paquistán, Irán, Uzbekistán y China entre otras y el tráfico de opio y amapola. China podría ser un jugador clave con inversiones en minerales que son abundantes y necesarios para la producción de electrónicos. 

Pero lo más importante es seguir lo que ocurra con la evacuación de personal diplomático y los civiles que desesperadamente buscan salir. El caos en las afueras del aeropuerto de Kabul muestra los días finales en medio de la confusión y duda, donde las milicias talibanes tienen absoluto control impidiendo, golpeando e incluso masacrando a miles de ciudadanos que buscan salir incluso arriesgando la vida. La prioridad de los gobiernos occidentales se enfoca en sacar a sus funcionarios lo que deja un vacío de modo que se procesen las visas a quienes se les prometió protección en el extranjero.   

Precisar con certeza la cantidad de refugiados es imposible y dejarle esa responsabilidad exclusivamente a los Estados Unidos sería una injusticia. Algunos gobiernos europeos han expresado reparos a recibir exiliados afganos y ahora la carga recae sobre otras naciones como Qatar y Kuwait. China peca por el mutis teniendo en cuenta el tratamiento que recibe la comunidad islámica Uigur. 

De cualquier manera, en ese éxodo masivo va a ser muy complejo determinar quiénes logran salir beneficiados. Sin duda la crisis humanitaria que se avecina será de unas magnitudes incalculables.