3 mayo, 2024

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¿A quién pertenece Palestina? 

Guillermo mejia


Por Guillermo Mejía Mejía (foto)

Lo primero que hay que saber es por qué se llama Palestina. La palabra parece que tiene origen heleno pues los griegos la llamaron Palaistine o tierra de los filisteos también conocidos como peleset y de ahí Φιλιστινοί, filistinioi. Los romanos la latinizaron y a partir del emperador Adriano se comenzó a llamar Palestina que coincide, más o menos, con lo que actualmente es el territorio de Israel, Cisjordania y la franja de Gaza. 

Según el Génesis, el primer semita, descendiente de Sem, hijo de Noe, que colonizó esa tierra, fue Abraham quien adquirió la cueva de Macpelá en lo que hoy es la ciudad de Hebrón (Génesis capítulo 23) y las tierras adyacentes. 

Abraham provenía de Mesopotamia, meso (entre) y potamía(ríos), “entre ríos”, lo que es actualmente Irak, situada entre los ríos Tigris y Éufrates. 

Los descendientes de Abraham siguieron habitando estas tierras hasta la hambruna que obligó a los hijos de Jacob, quien después cambió su nombre por Israel, a ir a Egipto a comprar trigo y allí fue donde se desarrolló el encuentro de José con sus hermanos quien se había granjeado la confianza del Faraón, por haber descifrado el sueño de las siete vacas flacas y las siete gordas.  

Con el poder de José, este trajo a su padre Israel a Egipto y permitió que sus hermanos, los hijos de Israel, se quedaran a vivir allí, donde tuvieron tanta descendencia que llegó un momento en que el Faraón temió que el aumento de la población superara la de los propios egipcios y los esclavizó. 

En el segundo libro de la Biblia, el Éxodo, se narra cómo los descendientes de Israel, los israelitas, bajo la conducción de Moisés y luego de Josué, regresaran, después de vagar cuarenta años por el desierto, a la tierra de Canaán nombre que le daban los egipcios a ese espacio geográfico. 

Esta conquista de Canaán no se dio de una vez, sino que fue un proceso que duró más de dos siglos pues para lograr su unificación, tuvieron que luchar con cananeos, beduinos y filisteos que constantemente los acosaban desde la costa. 

Conquistada toda la tierra de Canaán y unificados como reino los israelitas tuvieron varios reyes, pero solo hablemos de uno: David. En la mitad de ese reino se interponía un asentamiento de una tribu conocida como los jebuseos, que interrumpía la ruta norte-sur, llamada Jerusalén, cuya conquista duró más de dos siglos y que dio lugar a que prácticamente el reino se dividiera en dos: Israel al norte y Judá al sur. 

David convirtió esa ciudad en la capital del reino y llevó allí el Arca de la Alianza, el símbolo de la unión del pueblo con Dios. 

Pero el brillo de David y luego el de Salomón, su hijo, se desvaneció cuando en el año 734-733 a.J los asirios se tomaron todo el reino y se produjo la primera deportación masiva de israelitas que vivían en el norte, Israel, y judíos que vivían en el sur, en Judá. 

A los asirios los derrotó el imperio babilónico y a este lo absorbió luego el persa con Ciro el Grande, que les permitió a los israelitas y judíos regresar a su tierra.  

Pero en el 330 a.C, Alejandro Magno conquistó Palestina que, a su muerte, quedó en manos de uno de sus generales: Seleuco, quien dio inicio a la dinastía seléucida. Esta dinastía permaneció hasta el año 129 a. C cuando fue derrotada por sus vecinos, conocidos como los asmoneos, que se apoderaron de Palestina, pero su hegemonía duró relativamente poco pues, enfrentamientos entre ellos, dieron lugar a que en el año 63 a. C entraran los romanos al mando del general Pompeyo y se entronizaron como los nuevos amos. Durante este tiempo, Herodes el Grande, rey cruel y despiadado, marioneta de los romanos, pero ejecutor de grandes obras, levantó el segundo templo de Jerusalén. 

En el año 70 d. C una revuelta de los zelotes, una especie de guerrilla anti romana, dio lugar a que el emperador Nerón enviara a Vespasiano, uno de sus generales más connotados, a repeler la insubordinación. A la muerte de Nerón, Vespasiano fue nombrado emperador y mandó a su hijo Tito, de 29 años, a que pusiera orden en la provincia. Lo que siguió fue la destrucción de Jerusalén y su templo y la diáspora o dispersión por todo el imperio romano.  

Con el traslado de la capital del imperio de Roma a Constantinopla y la conversión al cristianismo del emperador Constantino, la región pasó a ser dirigida por gobernadores cristianos, los bizantinos, hasta la conquista musulmana en el 634 por los califas rasidhum, los cuatro sucesores de Mahoma. 

En 1.099 los guerreros católicos crearon el Reino Latino de Jerusalén, durante la primera cruzada, que duró doscientos años, hasta 1.291 que fue destruido por los mamelucos musulmanes, esclavos guerreros que llegaron a conquistar muy buena parte del Oriente Medio. 

En 1.517, Palestina, Siria, Líbano, Jordania e Irak, fueron conquistadas por los turcos otomanos, cuya dominación permaneció hasta la Primera Guerra Mundial, cuando los vencedores, Inglaterra y Francia, mediante el Acuerdo Sykes-Picot, se repartieron las regiones dominadas hasta ese entonces por Turquía. Con la disculpa de que Palestina no se podía gobernar por sí misma, Inglaterra se instaló allí con fuerzas militares y permaneció hasta 1.948, cuando la ONU creo los Estados de Israel y Palestina.  

Los palestinos no aceptaron la división del territorio propuesto por la ONU, y los estados árabes, encabezados por Egipto, la Liga Árabe, iniciaron la primera guerra que, desde entonces, en 1.948, 1.957, 1.967 y 1973 han pretendido destruir el Estado de Israel. 

Durante todos esos siglos, a pesar de la diáspora, en ese territorio siempre han habitado colonos judíos que han convivido con todos los conquistadores que por allí han pasado, y desde el año 634, d.C, con musulmanes y cristianos.  

Los fundamentalismos de cualquier tipo, principalmente religioso, de las dos partes, han convertido esta región en un foco de conflictos que amenaza hoy la paz mundial.