25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¡A leer, a leer, todos con alegría!

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Hay niños y jóvenes, y también millones de adultos, que no saben leer para comprender. Esto llena de tristeza, niega derechos fundamentales, niega la democracia, la igualdad y el progreso colectivo, a la vez que cimienta la discriminación en el acceso a los bienes materiales, culturales y espirituales creados por la humanidad para el gozo por todos.  

Hace unos meses visité una librería anticuaria en las que siempre es posible encontrar algunas joyas bibliográficas descartadas por algunos y que son de alta valía emocional para otros. Es posible, incluso, llegar a encontrar algunos incunables. En efecto, tras revisar varios textos recorridos ya por el amarillento paso de los años sobre el papel testigo y heraldo portador de tantos y tantos mensajes de lúcidas mentes humanas, me topé con un ejemplar de 1948 del libro de texto para primer año de primaria titulado “La Alegría de Leer”, el mismo texto con el que aprendí la dicha de la lectura, apoyado por maestras insuperables y por mi madre y hermanas que ya podían leer bien y disfrutar de la fortuna que significaba leer. 

En la carátula del libro niños y niñas, en uniforme escolar, marchan, al son de la música que ellos tocan, portando la bandera patria y otras dos con las frases: “Enseñar Deleitando” y “Escuela Activa”, las que recuerdan el valor esencial para una buena enseñanza: Crear y mantener la motivación para que el alumno aprenda a leer con  deleite. También hacen evidente el muchas veces olvidado principio fundamental de la pedagogía que dictamina que la dicha por aprender se fundamenta en que el alumno sea activo en el aprendizaje, el cual debe ser situado en torno a realidades concretas y acorde con los intereses y ritmos del propio alumno. 

La “Alegría de Leer” fue una colección de textos para los diversos grados de la escuela primaria que tuvo amplia vigencia por más de tres décadas hasta mediados de los años 60 del siglo pasado. Se ha dicho que, como colección, fue el libro más vendido en Colombia, hasta que apareció la cimera obra de “Cien años de Soledad”, la que representó otro hito mundial que fue y es una invitación a seguir leyendo con alegría. Como autor de la colección aparece Evangelista Quintana R. con la colaboración de Susana de Quintana, su esposa. 

El historiador Jorge Orlando Melo al analizar la “Alegría de Leer” destacó que “aunque los colombianos no disfrutaron de un sistema escolar muy bueno en este siglo (el XX), al menos fueron afortunados con su primera cartilla. Visto a casi 70 años de su aparición, resulta sorprendente por su calidad, que a veces contrasta con la torpeza de muchos textos y métodos posteriores”. (https://rb.gy/sbpcrp). 

La concepción clara de la pedagogía activa la expresa el autor en una guía dentro del mismo texto al proveer más de 10 páginas para los maestros. Guía que es acompañada de notas didácticas al pie de varias de las páginas a medida que se avanza en el libro. En esas notas se leen sugerencias para ellos como: “Indíquese a los niños que la combinación ge y gi suenan como je y ji”, “Dígase a los niños que la h carece de sonido, bien sea antes o después de la vocal”, “Si aún no se hubiese indicado al niño el oficio de la tilde sobre la palabra generadora demuéstrele la diferencia entre papa y papá, por ejemplo.”  El ejemplar que adquirí con letras algo garabateadas de la inicial caligrafía de un niño de siete años dice: “PERTENEZCO A Julián Torres C”. A él, donde esté, mis agradecimientos por permitirme encontrar tantos años después esta obra clásica de alegre pedagogía.  

El escenario inicial de la lectura es muy común cuando llega la fortuna de semejante logro humanizante: leer, leer con alegría. Los padres, bien temprano en la vida, se alegran y con orgullo celebran que el hijo ya sabe leer. El mismo orgullo, ante tan crucial hecho, muestra el siempre aventajado hijo.  Con la lectura se le abren las puertas al desarrollo de sus funciones cognitivas más complejas y las actitudes y valores asociados al proceso de conocer, de investigar, de aplicar, de explicar y de poder preguntar y dar respuestas frente a una variedad de acontecimientos. Es el buen comienzo para desarrollar el carácter y entender el complejo mundo de los deberes y derechos, entre estos el muy importante de la libertad para aprender, para indagar y llegar a ser un ciudadano pleno. Por eso, se reconoce que, sin la alegría de leer, con sus muy importantes consecuencias, no se puede ejercer a plenitud la ciudadanía.  

De la alegría de leer depende la consolidación de las formas de gobierno democráticas y la activa participación de los ciudadanos en su consolidación y defensa. Sin la alegría de leer hay marginación social, exclusión y crueles señalamientos discriminatorios. La alegría de leer es la vida misma. Quien aprendió a leer y olvidó, por una u otra razón, la alegría de hacerlo entra al mundo de la oscuridad y al reino de la tiranía de la ignorancia. 

Con la alegría de leer se abre el mundo para el goce de la producción literaria, científica, tecnológica y otras en los más diversos campos de la cultura local o mundial. Es un camino para empezar a explicar los misterios del mundo, usualmente expresados desde la muy temprana niñez en la  pregunta frecuente de “¿y por qué mamá?, reflejo de ese deseo de descubrir y de saber tan innato en los niños.  

Mantener la alegría de leer es un valor y una actitud imprescindible en un mundo complejo; permite ser capaz de entender leyes y normas, reconocer a gobiernos y normas injustas, poder manifestarse como ciudadano para cambiarlas con el objeto de garantizar la vigencia de los derechos. La alegría de leer fundamenta el éxito escolar para no llegar a ser como ordena el viejo adagio: “El juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos”, refrán que encierra poderosa lección de formación ética y política. 

El adulto, profesional o no, que ha dejado de lado la alegría de leer, perderá cada día  la dicha de vivir y de conocer, será  poco exitoso y un ciudadano con minimizada capacidad para disfrutar de la amplia producción que en escritos  de la más variada índole produce la muy creativa mente humana.  

La alegría de leer equivale a un libro abierto de todos los géneros literarios, de todos los autores en los distintos campos del saber humano. Para muchos la alegría de leer es también el camino de la oración para comunicación con el Supremo Creador y la lectura de sus sacros mandatos presentes en los libros sagrados de todas las culturas y religiones. Leer con alegría es un camino para adorar a Dios por encima de todas las cosas. Es el camino para amar. Leer es parte de realización plena del ser humano, que llena de orgullo a cada uno y de alegría a todos.  

Más de 600 millones de niños y adolescentes en el mundo no saben leer para comprender. A ellos se suman los muchísimos millones más de adultos, incluidos, muchos con educación superior, que han perdido la alegría de leer y, por ello, ante tantos cambios sociales y culturales han entrado a una zona nada agradable de confusión llena de un oscuro y sombrío horizonte para comprender el mundo y ser un ciudadano activo con una vida interior enriquecida. O sea, no basta asistir a la escuela, al colegio o a la universidad si no se adquiere el esencial hábito de leer con alegría para iluminar mentes y espíritus. Sabemos que muchos finalizan la educación secundaria e incluso la universitaria sin que sean capaces de leer para comprender y comunicarse con precisión tanto oral como por escrito. Algunos pasan por escuelas, colegios y universidades que no promueven la necesidad de la lectura permanente y enriquecedora y tampoco la dicha de la alegría de leer. 

Podemos tener como guía orientadora y recuerdo de la importancia de la lectura enriquecedora, esa que nos llena de alegría, siguiendo las sentencias de los siguientes autores, tomados de la Web (https://rb.gy/nazyjt): 

No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano”. – J. Benavente. 

El hombre que no lee buenos libros no tiene ninguna ventaja sobre el hombre que no sabe leerlos.” – M. Twain.  

En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”. – Cervantes. 

El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir”.  – D. Pennac. 

Uno nunca termina de leer, aunque los libros se acaben”. – R. Bolaño., 

Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida.” -M. Houellebecq. 

Leer no es matar el tiempo, sino fecundarlo”. – H. Brumana. 

La lectura adelanta el tiempo de la vida y, paradójicamente, aleja el de la muerte. Leer es buscar otras realidades para comprender mejor esta realidad”. – F. Caivano. 

Porque un libro que no abres es condenarlo a una especie de purgatorio esperando que alguien le dé vida”. – A. Manguel. 

 Y recordemos también: La alegría de leer empieza y continúa en el hogar.