No es fácil la coyuntura para los alcaldes que están estrenando cargo, con el problema de las marchas. Es una verdadera prueba de fuego.
Tal vez a quien le tocó más duro fue al de Medellín Daniel Quintero… De pronto porque lo tenemos cerca, porque Claudia López tampoco va en patines.
Le cobran por ventanilla a Daniel Quintero la demora en sacar al Esmad, lo que permitió algunos hechos de vandalismo, y el haber financiado con dineros de la Alcaldía la “zona de hidratación” de los marchantes…
¿Qué le plantean? Que son dineros públicos que pertenecen también a quienes no comparten las protestas…
Hay muchos ciudadanos que no están de acuerdo con muchos de los 134 puntos que exigen los del paro, como por ejemplo reiniciar diálogos con los terroristas criminales del ELN.
El Gobierno y la mayoría de los colombianos no van a ceder…
O sea que estarán sometidos indefinidamente a los designios de las marchas y de las protestas…
Si la alcaldesa de Bogotá Claudia López y el mandatario de Medellín Daniel Quintero, le piden al Gobierno que solucione el problema del paro lo más pronto posible, ¿quiere decir que también aspiran a que el presidente Duque ceda en muchas cosas que ni siquiera son de su competencia?
Estos son los puntos más delicados, porque surge esa difícil línea, casi imperceptible, que establece la dicotomía entre la posición política personal y la de los intereses de la comunidad.
¿De qué lado están?
Esa es la discusión de fondo y el escenario en que han quedado parados los mandatarios de Bogotá y de Medellín.
Porque la gran verdad es que hay puntos en los cuales ni el presidente Duque, ni los colombianos están de acuerdo en negociar, como por ejemplo, en doblarles la cerviz a los cobardes criminales del ELN, que siguen narcotraficando, asesinando, secuestrando, y extorsionando a los colombianos…
Aquí en Medellín el narcoterrorista Pablo Escobar tampoco nos pudo someter a punto de carros-bomba…
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