4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Van y vienen

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

No es fácil inferir cuáles son las motivaciones de algunos para aspirar al poder ejecutivo. Por descarte existe una inclinación natural a la figuración pública en virtud de la percepción positiva de sí mismo o la sobrevaloración de las condiciones de liderazgo. En ciertos casos se observa el deseo de acumular bienes a cualquier precio y en otros contextos, la intención de continuar con el nepotismo que ordeña al erario público. La sucesión en el mando, tanto desde el punto de vista de los partidos y las castas políticas, como el impertinente “título de continuidad” heredado por diferentes familias, niega el patrón sobre pluralidad y libertad de escogencia. Nada más antidemocrático, contrapuesto e impopular que el ejercicio del poder arbitrario.

¿Cuál es la lógica de varios gobernantes? Convencer a los más débiles, sustraer el concepto de fondo, promover el argumento general y evitar la reflexión individual. Aquellos que actúan así viven lejos del racionamiento, perdidos del enfoque afín con los principios e incapacitados para aceptar la oposición. De esta forma, se diluye el significado de la igualdad y las diferencias sociales entre extremos, llámense de izquierda o derecha, republicanos o demócratas, unionistas o laboristas; entre otras variables que buscan someter al pueblo. Entonces, el discurso del resentimiento subraya la negación del otro. Ahí la ambigüedad doctrinal de la voz activa. (Lea la columna).(Lea la columna).