3 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

SEMANA RURAL ENTREVISTA A GARDEAZÁBAL

La violencia según Gustavo Álvarez Gardeazábal

Por Gerardo Quintero
Editor General SEMANA RURAL

A los 73 años, cuando muchos escritores están resguardados en sus cuarteles de invierno, el vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazábal sigue dando guerra. De hecho su vida ha sido una batalla continua. La rebeldía que lo caracterizó en su juventud sigue intacta. De los cortos libros anárquicos que escribía cuando era estudiante de la Universidad del Valle pasó a las grandes obras que han contado un trozo de la historia violenta del país que le tocó vivir. Siempre controvertido y locuaz, dice que él no casa polémicas. “A mí me llegan”.

Su novela más conocida, Cóndores no entierran todos los días,le dio la vuelta al mundo. Ayudada por la versión cinematográfica (que cada día que pasa le gusta más), la obra se volvió un ícono del periodo de la violencia,  de la que, como dice el escritor, “todavía no logramos abandonar”.

Sin restricciones a la hora de opinar de lo divino y lo humano, Gustavo Álvarez sigue siendo un provocador. Como cuando fue gobernador del Valle (1998-2001) y algunos osaron cuestionarlo por haber sido uno de los pocos políticos colombianos que ha confesado abiertamente su homosexualidad. “Yo no voy a gobernar con el culo sino con la cabeza”, fue su antológica respuesta que quedó para la posteridad.

Nos recibió en un restaurante de Nariño, un corregimiento cercano a su natal Tuluá, donde transcurren algunas de las 20 historias que componen su nuevo libro Las guerras de Tuluá. Con la calidez que lo caracteriza, su voz fuerte, esa lengua mordaz, el apunte fino y el humor negro que lo distingue contestó todo lo que se le preguntó. A Gardeazábal, como lo conocemos en el Valle del Cauca, se le ama o se le odia, porque con él no hay medias tintas. Sigue siendo el gran gurú de la política regional y hasta su finca El Porce siguen llegando los aspirantes a dirigir los destinos de la Alcaldía de Cali o de la Gobernación del Valle para que los oriente o los desanime.

No son pocos a los que el escritor ha desplumado y les ha aconsejado que no se metan en el ‘berenjenal’ de la política que él conoce de cerca. No hay que olvidar que fue alcalde de su municipio dos veces y que sacó una de las votaciones más altas que se recuerden cuando fue elegido gobernador del departamento. 

No es políticamente correcto, dice lo que le da la gana y no le debe nada a nadie. Tal vez allí está su gran secreto para seguir vigente. Ahora está feliz porque desde los más diversos lugares como Bogotá, Pamplona, Ibagué, Cali o Cartagena llegan buses cargados de estudiantes de distintas disciplinas que vienen a estudiar su obra. Esa misma que se compone de otros clásicos de la literatura colombiana como El Bazar de los idiotas, El divino, La boba y el buda o más recientes como El resucitado o La misa ha terminado“No he dejado de ejercer el oficio ni he dejado de tener lectores”, me dice Gardeazábal mientras relata con la emoción de un niño una visita reciente que lo dejó feliz. Treinta y dos señoras mayores llegaron desde el barrio Meléndez, un sector popular de Cali, con el propósito de conocerlo y poder conversar con él sobre la tragedia que se esconde en Cóndores no entierran todos los días“Ese calor humano que todavía despierto, a esta edad sí que significa”, remata su reflexión. (Lea la entrevista).