1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¿Santos tampoco pudo ver las cortinas que compraron en Palacio? 

@JuanManSantos  

Lo mejor es no esculcar más. Porque si seguimos hurgando en las cuentas de todos los gobiernos anteriores a este del presidente Petro, nos vamos a dar cuenta que el cuento de lujos y derroche en Palacio es costumbre de abusos y atropellos con la plata de los colombianos. 

En otras palabras, siempre ha sido así: “lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta”. 

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos tampoco fue un dechado de virtudes. Por algo ha sido señalado como uno de los más corruptos en la historia. 

Los contratos públicos de esa presidencia de Colombia han sido curiosos y hasta escandalosos: las cortinas de Palacio, las polémicas almendras y de un asesor “asesor espiritual” de los funcionarios del Palacio de Nariño, que publicaron los medios en agosto de 2016. 

El más sonado, el de las cortinas en hilos de seda, suscrito con la firma Rhodes y Cappa LTDA, por un valor de $602,250,000 millones. 

Este contrato contemplaba “los servicios de apoyo a la gestión para el diseño, tejido, confección e instalación de las cortinas de la Sede de Palacio de Nariño”. 

El contrato fue firmado por Claudia Yolima Jiménez, subdirectora (E) de operaciones de la Presidencia de la República y la contratista Mónica de Carol Rhodes.  

Las millonarias cortinas fueron instaladas en varios salones de Palacio y en algunos lugares, corredores de ascensores y oficinas de atención al público. 

Pero, además, los medios descubrieron un contrato suscrito por lPalacio para el suministro de almendras por un valor de $15.101.200. 

La cifra, para un gobierno, puede ser menor. Pero para un colombiano promedio, que se gana un salario mínimo, 15 millones pueden ser la cuota inicial para una vivienda nueva, un vehículo, incluso el patrimonio de muchos años de trabajo. 

Desde luego que estas prácticas no se acogieron a las propuestas del presidente Santos, de aplicar en su gobierno la “Austeridad inteligente”, con el propósito de reducir, a lo mínimo, los gastos de administración y funcionamiento de las entidades del Estado. 

Sobra decir que desde esa época la oposición que lideraba en el Congreso el senador Gustavo Petro, calificaba a ese gobierno de Santos de “derrochón”. 

Y esa misma oposición criticaba los $2,3 billones gastados en publicidad, o que las entidades del Estado habían contratado $600 millones en tres meses en carpas y pendones para eventos. 

Pero seis años después, el mismo Petro que encabezaba esa oposición a la corrupción de Santos, cae como presidente de la República en los mismos vicios de la opulencia y el derroche, comprando cobijas de plumones de gansos por $4 millones.