@eljodario
· “El también lo hizo” de Gina Parody, editado por Ediciones B
Escribir una novela sobre un presidente de la república, sus desbordados pero ocultos apetitos sexuales, su homofobia insultante y una sed de poder mayúscula, cuando la autora la recuerda el país como ministra del gabinete de Santos 4 años y como congresista que meneaba sus banderas en favor de Uribe, es correr el riesgo de que sus páginas se lean como una autobiografía o como una venganza personal.
Pero si además el presidente de la novela tiene perfiles desconocidos pero atrayentes, y su resignada esposa los tiene más para parecerse a cualquiera de los presidentes a los cuales sirvió políticamente la Parody, (ministra de Santos), el libro termina caminando por el filo de la navaja y muchos lectores creerán que están leyendo una novela en clave. Como quien la narra está viviendo en el exilio en Nueva York (como la Parody) y como el presidente Pineda de la novela mueve sus hilos y procedimientos para cambiar la Constitución y poder ser reelegido, (como Uribe), el embrujo de la obra se va apoderando del lector para buscar en cada renglón que pasa otra clave que le garantice la hipótesis de que su personaje es de la realidad y no de la ficción.
Y ahí muere la literatura, que en el texto florece en bastantes páginas con rememoraciones muy primitivas y de escasa cultura novelística, pero de un agarre singular y una visión estética de lo narrado que no se deja superar del bochinche bien hilado.
Como novelista tal vez Gina Parody no se abra campo en el panorama cada vez más cerrado de los libros, pero el que ninguna de las revistas dominicales ni los noticieros espectaculares de televisión se hayan detenido en la historiela que se cuenta en EL TAMBIÉN LO HIZO para buscarle parecidos al personaje central con Uribe o con Santos, de verdad extraña.
Leerla, entonces, es dejarse picar por el mosquito de la curiosidad, no por el de la satisfacción literaria, y entrar de lleno en la comprobación hipotética en pleno 2023 como se hizo con muchas novelas decimonónicas en su tiempo. El resto puede ser placer de lector enfermizo.
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