Por Jaime Jaramillo Panesso (foto)
El llamado Ejército de Liberación Nacional-Eln- ni es ejército ni nos ha liberado de nada. Es una guerrilla de viejo cuño, alimentada por el tráfico de estupefacientes, el secuestro, la minería ilegal del oro y el coltan, que ni siquiera se fundamenta en sus íconos históricos como los hermanos Vásquez Castaño, fundadores, y el cooptado sacerdote Camilo Torres. Nunca concluyeron los períodos de diálogos de paz que iniciaron durante varios gobiernos en los últimos treinta años y es probable que tampoco culminen en el transcurso del actual gobierno. No llegaban a la firma de un acuerdo. Tuvieron la fantasía del triunfo de las armas, pero temían que las Farc los acusara de traición revolucionaria tratándose de pactos con el Estado colombiano para su incorporación a la democracia, como ocurrió con el Ejército Popular de Liberación- Epl- maoísta.
Por el contrario, el Eln ha deseado éxito y buena mar a las Farc en su acuerdo de paz santista. El Eln no negocia su incorporación a un proyecto de paz con el Estado colombiano, legítimo y republicano, por varias razones: 1. La sociedad no aprobará un acuerdo que vaya más allá de lo que han conseguido las Farc. (Lea la columna).
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