No hace falta ser un ambientalista radical para comprender las dimensiones de la tragedia planetaria que ocurre en el Amazonas, en su inmensa mayoría en territorio del Brasil. Las cifras de los expertos son elocuentes: 72.843 focos de incendio este año hasta mediados de agosto, que, sumados a los cerca de 9.000 de la semana pasada, tasan esa cantidad en un 84 % más que en el mismo período de 2018. Antes de la disparada de fuegos de este mes, a julio la deforestación del Amazonas había sido 278 % mayor que a la misma altura del año pasado, al sumar 2.254 kilómetros cuadrados. Si fuera posible frenar en seco este desastre, aun así, el bosque perdido tardaría unos 20 años en recuperarse.(Lea la columna).
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