27 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

No perder el juicio

 

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

Al parecer a ciertas fracciones intransigentes y propensas a la sensiblería, les conviene promover la desinformación y la táctica de la artimaña con el fin de justificar sus mezquinos intereses. Inconsecuentes, frustrados e infelices buscan llevar tras sí a otra comitiva de fanáticos contra las vacunas, poniendo en juego la existencia de millones de niños y comunidades desprotegidas.

Algunos se están embruteciendo, hasta el cuello, por seguir una tendencia nociva e incivilizada que, poco o nada, ha evolucionado desde la aparición de las asociaciones antivacunas en Europa y con mayor fuerza en Londres en 1867. Previo a esa fecha, el gobierno inglés, realizó la primera campaña de vacunación en 1853, lo que desató diferentes protestas por el carácter obligatorio, las multas y el encarcelamiento de los padres que no inmunizaran a sus hijos. Este movimiento opositor hizo presencia en Estados Unidos a finales del siglo XIX.

Debido a los orígenes pretéritos, el tema dejó de ser novedoso y, por el contrario, adquirió la representación de “conducta o moda retro”, carente de imaginación y sustento científico. (Lea la columna).