Estrategias políticas se esconden tras malabarismos jurídicos. El país necesita con urgencia un poco de grandeza y moderación
Por Sergio Jaramillo
El País de Madrid.
En medio del desarme de las FARC, Felipe González dijo: “La superación del conflicto en Colombia probablemente es el acontecimiento más importante de los últimos 30 o 40 años en la historia de este continente…, comparable con la caída del muro de Berlín”. No le faltaba razón. El conflicto colombiano agota todos los superlativos: el más antiguo, el más amplio y, sobre todo, el que más víctimas dejó. Después de Siria, Colombia tiene la mayor población desplazada. Y probablemente también el mayor número de desaparecidos. La nueva Unidad de Búsqueda acaba de anunciar que sus cuentas suman 136.000. En Chile los desaparecidos fueron 1.100.
Nada obligaba a que las cosas pasaran así, como diría de la caída del muro Helmut Kohl. Se requirió un acto de lucidez histórica de Juan Manuel Santos y una estrategia para encauzar la realidad hacia la paz y una agotadora negociación que nos tuvo sentados más de cuatro años en La Habana. Pero una cosa es lograr la transición, y otra, consolidarla. (Lea el análisis).
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