La venta de pasta de coca en Tibú está paralizada, aunque nadie sabe explicar por qué. Es un golpe para la economía local, pero también una oportunidad para impulsar la sustitución de cultivos de uso ilícito
Por María Mónica Monsalve S.
Tibú (Colombia)
El País de España
En la tarde, después del almuerzo, solo hay una persona raspando coca en toda la finca. Llegó apenas hace 20 días a esta zona, El Zulia, a dos horas y media de Tibú (Norte de Santander), en la frontera de Colombia con Venezuela.
Antes había trabajado de raspachín —como llaman a quienes sacan las hojas a la planta de coca—, más al norte, cerca de la Serranía del Perijá, a un día de camino en carro.
“Pero se dificultó el trabajo, no había entrada de dinero”, dice el hombre. Quizá, si la visita a esta finca hubiera sido seis meses antes, el escenario sería otro. Habría entre diez y 12 obreros trabajándole a la coca y la planta estaría mejor, más frondosa.
Pero en Tibú, el municipio de Colombia con más cultivos de coca plantados, con 19.333 hectáreas, a los campesinos ya no les están comprando la pasta, el insumo que usan los narcotraficantes para convertirlo en cocaína. (Lea Tibú-coca).
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