La Parroquia de La Visitación en Medellin tuvo el privilegio de compartir con una persona de calidades excepcionales, de esas con las cuales rara vez los feligreses nos tropezamos. Me refiero al Padre Jhosep Al Khodr, libanés de nacimiento, un sacerdote que habla siete idiomas y que aceptó con humildad que le asignarán las labores más propias de un sacerdote.
Siendo actualmente Vicario, con sus calidades realizó con alegría cuanta labor le era encomendada dándole siempre el protagonismo al que debe ser, a Jesucristo y no a él, ocupando siempre un puesto secundario dejándole la cabeza de la mesa sus compañeros.
Sus Homilías en perfecto español, nos dejó enseñanzas, consejos, sonrisas, y la invitación a visitar al Señor en la Eucaristía, a sentirnos felices porque estábamos en la iglesia orando juntos y a ser más agradecidos por la inmensa generosidad y misericordia que Dios tiene con nosotros.
Su acentolLibanés de tono grave quedó impreso no solo en nuestros oídos sino en nuestros corazones, su presencia llena de luz nos motivó a ser mejores cristianos cada día.
Su humildad y carisma hizo que muchos sintiéramos en sus homilías no a un extranjero, sino a un sacerdote colombiano que entendía perfectamente nuestras necesidades y nos transmitió esas palabras precisas y sabias que fueron un alimento el alma.
¡¡Cómo extrañaremos su impetuosa voz y el canto del pregón Pascual!!
El Padre Joseph, un sacerdote Misionero que entiende perfectamente que la familia debe ser sagrada y que todos los jóvenes deben conocer a Cristo y que invita con su ejemplo para hacer una sociedad santa donde todos amemos y agradezcamos todo el tiempo al Señor nuestro Dios.
Pero como dice el refrán, lo bueno dura poco y desde Roma, con el nuevo papa León XIV con quien se entrevistará pronto en su tierra natal, se pensó y así lo decidió que el padre Jhosep debería seguir sirviendo más cerca de Roma y lo asignó a una provincia, patrimonio de la humanidad en Túnez, en donde seguramente también será muy valorado y querido, bien por él.
La alegría que nos da esta distinción que le hace su Comunidad, se confunde con nuestro egoísmo por tenerlo con nosotros y es inevitable sentir tristeza por su partida de Colombia, no por él sino por nosotros que en caso de necesidad espiritual no podemos correr a la iglesia de la Visitación para encontrarlo y que con una sonrisa nos oriente y hasta nos reprenda tal como se le facilita hacerlo.
El Padre Joseph es un hijo amado de Dios que fue escogido para transmitir en muchos idiomas la fe de la Iglesia, el amor infinito a Dios y el amor por el prójimo. A él hoy le pedimos siga guiando y llenando su vida y ministerio sacerdotales en su nueva etapa que la voluntad divina le marca ahora como párroco en Túnez.
Pedimos a María Milagrosa que lo proteja; a San José que lo cuide y a San Charbel que esté siempre con usted y su linda vida religiosa.
¡Gracias Padre Jhosep!


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