
@eljodario
Por Pablo Emilio Obando A.
Como en los peores periodos de la historia periodística de Colombia el gobernador del departamento de Nariño, Luis Alfonso Escobar, califica al escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, tras sus declaraciones sobre el anuncio de diálogos regionales de paz en una de sus columnas habituales, como DESPOTICO, GROSERO Y MAL INFORMADO.
Bastó que el periodista y columnista Luis Eduardo Solarte Pastás formulara una inquietud al respecto y mencionara el pronunciamiento periodístico del escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, para que el gobernador de Nariño entre en santa crisis.
Descalifica sus valiosas opiniones periodísticas y expresa que Gardeazábal «no entiende al personaje que está detrás del gobierno del departamento de Nariño”. Actitud que indica un desmesurado concepto de su propia labor y que no admite críticas u opiniones diferentes a su simple parecer. Una megalomanía que puede generar choques innecesarios e inoportunos y que pueden poner en riesgo diferentes procesos económicos, sociales y empresariales en Nariño.
En ningún momento se puede escuchar groserías o actos de despotismo por parte del escritor y columnista Gustavo Álvarez Gardeazábal. Es un comentario que consideramos acertado, juicioso y con un profundo análisis que indica conocimiento y correcta apreciación sobre temas de paz en Colombia.
Las expresiones ofensivas del gobernador de Nariño son una clara expresión de un personaje que se considera dueño de la verdad absoluta, enemigo de la libertad de prensa y opinión y un verdadero atentado a la democracia colombiana.
No se puede opinar al vaivén del querer de un gobernante que parece no entender las distintas voces que lanzan alertas sobre la inconveniencia de anunciar unos etéreos diálogos regionales de paz que se encuentran legalmente impedidos para acordar despejes territoriales, indultos, cese de fuego o tan sólo refrendar aspectos políticos o económicos.
Insiste el gobernador en que son acuerdos territoriales que permitirán avanzar el desarrollo de las regiones, justamente lo que se está acordando en la mesa nacional y con actores autorizados y versados sobre el tema.
Censurar y pretender acallar la opinión de los periodistas es perverso y DESPOTICO. Propio de quienes en su arrogancia se consideran la única voz autorizada para orientar los destinos de una región.
La democracia se sustenta en libertad de Pensamiento, opinión y expresión; columna vertebral de una sociedad culta y civilizada.
En muchas y reiteradas ocasiones la opinión del escritor y periodista Gustavo Álvarez Gardeazábal se ha constituido en una reorientación administrativa para muchos gobernantes, ministros y funcionarios. Es una persona culta, ampliamente informada y dedicado a estudiar y analizar la problemática económica y social de Colombia. Su pluma ha tocado grandes personajes sin que por ello se lo censure y ataque de la manera tan vil como lo hace el gobernador de Nariño.
Ya da miedo opinar con un personaje así, con poder y dispuesto a imponer sus criterios a cualquier costo. La paz es un asunto de interés nacional y concita la opinión desde distintos puntos y visiones.
Únicamente así nos podemos entender como una región dispuesta a enarbolar las banderas de la paz y la concordia.
Decir que Gustavo Álvarez Gardeazábal es déspota, grosero y mal informado ya es un verdadero acto de barbarie administrativa y emocional. Propio de quienes han extraviado su camino en su intento de alcanzar una gota de poder.
Ni Gardeazábal ni muchos nariñenses «no entendemos al personaje que está detrás del gobierno del departamento de Nariño…» Nos falta su sensatez, cordura y respeto por la opinión ajena. Un personaje que con un melifluo discurso de paz impone censura, miedo y discriminación a la prensa regional.
«Empero la situación se complica porque el ministro del Interior calló frente a la tropelía vanidosa del gobernador y como solo bastaba poner los puntos sobre las íes podemos estar en presencia de un nuevo fracaso en la siempre tan anhelada paz. Ojalá que los muertos que caigan como consecuencia de este exceso constitucional del posudo gobernador no sean tantos como los que habían podido evitarse si hubiese sindéresis en el entorno presidencial como en la dura cabeza del tumaqueño».
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