Las elecciones presidenciales en los dos países que se encuentran en el centro del comercio de drogas de Latinoamérica dieron pie a cambios significativos en 2018: los colombianos respondieron al auge de la cocaína en el país eligiendo al candidato que propone retomar las políticas de seguridad de línea dura, mientras que los mexicanos reaccionaron a los altos niveles de violencia eligiendo al que promete reducir la “guerra contra las drogas”.
Sin embargo, dadas las falencias de los planes de seguridad de las dos nuevas administraciones y la actual política exterior de Estados Unidos, que es más un comodín que un socio firme en materia de seguridad, estos divergentes caminos políticos podrían generar más inestabilidad en la región, lo que a su vez puede favorecer al crimen organizado. (Lea el análisis).
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