6 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Papa Francisco convoca a un pacto por un nuevo modelo educativo

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

Construir una aldea de la educación en la que sea más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los maestros, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias”. – Papa Francisco

Su Santidad, el Papa Francisco, quien en 2015 ya había expresado en su encíclica “Laudato Si” (“Alabado Seas”) un clamor por la defensa del planeta y de toda la humanidad, convocó a finales de 2019 a los líderes mundiales a acordar un Pacto Educativo para reinventar La Alianza Educativa Mundial. El evento estuvo programado para el 14 de mayo en Roma, pero por la situación pandémica actual se aplazó su realización entre el 11 y el 18 de octubre de 2020. La adhesión al Pacto se firmará el 15 de octubre como un acuerdo que aliente procesos educativos formales e informales que permitan comprender “otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso”. ­ El Papa asegura que esta Alianza tendrá como finalidad “hablar del nuevo humanismo educativo”. Será un Pacto Global que no se limitará a las instituciones escolares y académicas sino que debe ser compartido por todos, por todas las religiones, organismos internacionales  y la variedad de instituciones humanitarias, académicas, económicas, políticas y culturales. El lector puede bajar la encíclica “Laudato Si» en la página web de El Vaticano aquí: https://bit.ly/2ViN9LS, https://bit.ly/3b7K73N, y el video con la convocatoria del Papa en https://youtu.be/TqXOJNkEswQ.

Señaló el Papa Francisco que el encuentro se realizará con la perspectiva de crear un nuevo orden mundial y de reavivar el compromiso por y con las generaciones jóvenes, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente en un mundo que está “en continua transformación y se encuentra atravesado por múltiples crisis en el que la educación afronta la ‘rapidación’”. Es una invitación es para “promover juntos e impulsar, a través de un pacto educativo común, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la transforman de modo positivo”, entendiendo que cada cambio requiere un camino educativo que lleve hacia una nueva solidaridad universal y a una sociedad más acogedora.

Propone Su Santidad una alianza educativa amplia, que acogida entre todos los pueblos y religiones, permita formar personas maduras que puedan construir relaciones por una humanidad más fraterna que suscite cuidado y respeto por la tierra y fije los cimientos de la paz, la justicia, de la familia humana y el diálogo entre las religiones. Agregó el Papa Francisco que para esos propósitos es preciso construir una “aldea de la educación” donde se comparta una diversidad de compromisos que permitan generar una red de relaciones humanas y abiertas. Se trata de un nuevo camino educativo que con la participación de todos lleven a la construcción de esa aldea.

En la convocatoria se destacan tres pasos importantes que “con valentía” permitan recorrer el camino común hacia la “aldea de la educación”:

  1. La valentía de colocar a la persona en el centro y firmar un pacto que aliente procesos educativos formales e informales que permitan encontrar otros modos de concebir la economía, la política, el crecimiento y el progreso.

2. La valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad.

3. La valentía de formar personas que se pongan al servicio de la comunidad y trabajen al lado de los más necesitados.

Bien podemos afirmar que la convocatoria que hace el Papa de una Alianza Educativa Mundial es la reiteración de que una sociedad sólo es lo que marque el rumbo de sus procesos formativos escolares. Hay, como bien se sabe, un clamor generalizado para que nos atrevamos a crear “modelos educativos” (así, en plural) que den salida exitosa a la generalizada demanda, a veces con el carácter de ruego y súplica, que se expresa hoy en cada rincón del mundo. Petición que ha caído en infinidad de los oídos sordos de quienes se han encerrado en considerar que la calidad de la educación está en mejorar los puntajes en algunas pruebas académicas nacionales o internacionales y en los nada útiles rankings, que ranquean el pasado, con desprecio de la inminente necesidad de transformación que se hace tanto desde dentro como desde fuera de las instituciones educativas y de los muchos gobiernos.

Con mucha reiteración e insistencia se ha clamado por la urgente y necesaria transformación de los modelos educativos y de sus prácticas para hacerlos congruentes con la vida y la cultura actuales afectadas por distintos tipos de desarrollos en campos como la geopolítica y la globalización con sus impactos en la economía y calidad de vida de las gentes. Afectadas, así mismo, por los avances en las ciencias y las tecnologías con los valores nuevos que ellas crean con afectación de los criterios de moralidad y de eticidad, de justicia y de equidad e igualdad.

La transformación hacia nuevos modelos educativos girará alrededor de valores esenciales de la “modernidad del siglo XXI” como son la inclusión, la superación de la pobreza, la lucha contra la corrupción, la preservación del planeta y de su biomasa, los derechos humanos, la consolidación efectiva de  la democracia participativa, la igualdad de género, el respeto y valía de las diferencias, aceptación de la multiculturalidad, así como de otros, muchos de ellos presentes en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyas metas están planteadas a 2030; o sea, a sólo diez años de hoy, menos tiempo de los que cubre una cohorte escolar de preescolar hasta el fin del bachillerato.

Nos compete como ciudadanos insertos en una sociedad y mundo globalizados, ser parte activa de La Alianza Educativa Mundial para conocer sus alcances y promover, con valentía y trabajo continuo y solidario la consecución de los propósitos humanizantes de la “aldea de la educación” signada ella por  valor de la solidaridad. El Papa Juan Pablo II nos señaló con claridad que lo primero que había que globalizar en el siglo XXI era la solidaridad, esa prima hermana tan importante de la caridad cristiana.

Desde las diversas formas y niveles de la educación nos compete a todos, de todas las fe o sin ella, ponernos en sintonía y trabajar solidariamente, de modo cooperativo para construir una sociedad justa donde los pobres tengan empleos dignos y estables y también acceso a una seguridad social que les asegure una calidad de vida saludable y puedan gozar de la dicha de los bienes materiales y culturales en armonía consigo mismos, con sus familias, con la sociedad y con el medio ambiente,  acrecentando una cultura de sana convivencia, de vida en paz y de solución pacífica de los conflictos.

Es asimismo importante contar con maestros bien formados, reconocidos y bien remunerados con acceso, por ellos y sus alumnos, a los diversos recursos que hoy pueden ayudar a mejorar sus desempeños y alcanzar logros formativos de los más altos niveles.

Se requiere que los padres de familia formen parte de este movimiento para la construcción de nuevos modelos educativos de modo que ellos los entiendan y codirijan los procesos formativos de sus hijos. Igualmente, es esencial la vinculación de las más diversas organizaciones de la sociedad civil y de los sectores productivos, de todos los grupos políticos, de los legisladores y gobernantes para que impulsen y apoyen los procesos de transformación e innovación que nos permitan llegar a superar el carácter estático y retrogrado de las políticas educativas actuales hechas para contextos y sociedades distintas.

Nos compete a todos asegurar la definición e implementación de las innovaciones y el respaldo e impulso a las acciones que faciliten, con ellas, la creación de escuelas vivientes y el impulso a las diversas formas de educación para que con valentía hagamos parte de una “humanidad más fraterna” y parte fundamental de la “aldea de la educación” que ha invocado Su Santidad el Papa Francisco en su convocatoria por una Alianza Educativa Mundial.