4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

En una fiesta organizada en una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció un emotivo discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon.

Después de felicitar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo el siguiente razonamiento: -Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección.

-Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen.

-No puede entender las cosas como otros niños lo hacen. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?

El padre de Herbert continuó diciendo: Yo creo que cuando un niño como Herbert física y mentalmente discapacitado, viene al mundo una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño.

Entonces contó que un día caminaba con su hijo cerca de un parque donde algunos niños jugaban baseball. Herbert le preguntó a su padre:

-¿Papá tú crees que me dejen jugar?  Su padre sabía que a muchos de los niños no les gustaría que alguien como el niño jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.

El padre de Herbert se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Herbert podría jugar.

El niño miró a su alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: estamos perdiendo por seis carreras y el juego está en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo en el bate en la novena entrada.

Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa, se puso la camiseta del equipo mientras su padre lo miraba con lágrimas en sus ojos por la emoción.

Mientras Herbert se sentaba entre los que esperaban la posibilidad de jugar, su padre lo contemplaba. Los otros chicos notaron algo muy evidente: la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.

Al final de la octava entrada, el equipo logró anotar algunas carreras pero aún estaban tres por debajo.

Al inicio de la novena entrada Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho. Aunque no le llegó ninguna jugada, estaba extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde las tribunas. Al final de la novena entrada, el equipo anotó de nuevo. Ahora con dos outs y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en el turno de bateo.

Con esta oportunidad, ¿dejarían a Herbert batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente Herbert estaba en el bate.

Todos sabían que un solo Hit era imposible porque Herbert no sabía ni coger el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola, sin embargo, mientras Herbert se paraba en la base el padre reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para brindarle un gran momento a Herbert, el pitcher se movió unos pasos adelante y tiró la bola muy suave para que el niño pudiera al menos hacer contacto con ella, pero no fue posible darle. De nuevo el pitcher se adelantó y le tiró la bola muy suave y esta vez Herbert acertó tan suave que la bola cayó frente al pitcher, este la recogió y la tiró muy alto sobre las cabezas de los de primera base, y todos le gritaban corre a primera base y corrió con la boca y los ojos muy abiertos y sobresaltado. Pero todos le gritaban corre a segunda, recobrando el aliento corrió con dificultad pero lo hizo. Herbert corrió a tercera base mientras que los corredores delante de él hicieron un circulo alrededor del home, cuando Herbert llegó a tercera base los niños del ambos equipos, y los espectadores estaban gritando de pie, corre a home corre.

Corrió a home y se paró en la base con sus brazos en alto, rebozando de felicidad, giró la cabeza mirando a su padre… mientras cosa extraña los jugadores de ambos equipos lo vitoreaban y abrazaban como el gran héroe que bateó el gran slam y ganó el juego para su equipo. Ese día el padre con lágrimas bajando por su rostro dijo: los niños de ambos equipos se confabularon dándole a este mundo una muestra de verdadero amor y humanismo.

Herbert murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a su casa y ver a su madre llorando de felicidad.

Nosotros tenemos miles de oportunidades cada día para ayudar a que se realice el orden natural de las cosas, esta es una de ellas.

Toda sociedad será juzgada por cómo trata a los menos afortunados.

Extractado de WhatsApp.