7 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El narco presidente y el corredor centroamericano

Rafael Bravo
https://rafaelibravo.blogspot.com/

Por Rafel Bravo 

“Lo que él está enfrentando es una cadena perpetua, su hermano Tony recibió cadena perpetua más 30 años, a su socio Geovanny Fuentes cadena perpetua y la evidencia en contra de Hernández es hasta más fuerte”. Mike Vigil, exdirector de operaciones internacionales de la DEA 

Muy poco común que un jefe de estado esté adportas de una extradición por narcotráfico. Que se recuerde, Manuel Antonio Noriega, el entonces hombre fuerte de Panamá fue sacado a la fuerza del poder y enviado a una prisión federal donde purgó una larga pena. Muy cerca de ser enjuiciado por los dineros mal habidos del Cartel de Cali estuvo Ernesto Samper como presidente de Colombia. El negocio de la droga va mutando en proporción directa con la corrupción. Hablar de políticos aliados con los capos del tráfico de drogas no es nuevo, pero lo que está ocurriendo en Centro América como puente para que la cocaína llegue no solo a los Estados Unidos sino a África para ingresar a Europa va in crescendo. 

Juan Orlando Hernández pasó de ser presidente de Honduras a principal coconspirador de una red de narcotraficantes y políticos involucrados en una operación de envío de drogas que se llevó a cabo durante varios años. Fue detenido y ahora enfrenta un proceso de extradición a los Estados Unidos que lo reclama por esos hechos. Narcos que confesaron haber financiado sus campañas electorales a cambio de protección, terminaron por delatar a Hernández que de acuerdo con los testimonios recibió millones de dólares. 

Su hermano Antonio fue sentenciado a una pena de cadena perpetua más 30 años en los Estados Unidos como artífice principal de los mismos crímenes y enlace en el que según la DEA Joaquín ‘’El Chapo’’ Guzman le entregó al expresidente un millón de dólares para hacer posible el paso de droga por ese país. El diario El Heraldo de Tegucigalpa publicó el organigrama que muestra la red de políticos que operaba detrás de Juan Orlando Hernández y que según Estados Unidos movieron 500 mil kilos de cocaína desde Venezuela y Colombia. Una cifra que suena exagerada y sin ningún respaldo. 

El tráfico de drogas encuentra en Centro América el nuevo corredor de tránsito gracias a la geografía, la red marítima con lanchas rápidas y pistas improvisadas que permiten la llegada de embarques con la complicidad de autoridades locales que son cooptadas por las organizaciones criminales. Esa región está inundada de oportunidades para los narcos que buscan mover sus envíos. 

Para comenzar, Guatemala es el sitio preferido para que naves que transportan hasta 5 toneladas de coca aterricen en improvisadas pistas para luego de desembarcada de los aviones, se procede a incendiarlas para evitar ser detectados. En Costa Rica el tráfico ha ido tomando fuerza en el puerto de Limón con la llegada de contenedores que llevan cocaína camuflada en fruta en su camino a Europa, un mercado de inmensa rentabilidad. 

En El Salvador las autoridades han encontrado tráileres buscando el norte, provenientes de Nicaragua con grandes cantidades del alcaloide. El desborde en la cantidad de droga es la consecuencia de una sofisticada red terrestre y marítima que viene desde Sur América. El aumento de la violencia y la corrupción que trae el narcotráfico golpea con mucha fuerza a esos países que son caldo de cultivo para que las instituciones sucumban ante el poder arrasador de lo que se denominan ‘’clanes’’. 

Si bien los narcos colombianos sirvieron de pioneros dejando una estela de violencia que prevalece, México es ahora el centro del negocio no solo de cocaína sino de heroína y anfetaminas. A Andrés Manuel López Obrador se le salió de las manos la guerra contra los narcos. Los carteles mexicanos participan de la producción y envío de cocaína desde Colombia en compañía de grupos disidentes de las Farc, Eln y el denominado Clan del Golfo. Venezuela es también el puente para que la droga llegue a Europa y el Medio Oriente. ¿Hasta dónde llegará la fuerza destructora de la maldita droga?