Cuando antaño las armas de repetición quedaban mal hechas y la pólvora se devolvía, nuestros ancestros hablaban de que les había salido el tiro por la culata. Con el paso del tiempo esa expresión ha cobijado a todo aquello que planificado para determinados fines resulta saliendo a la inversa. Exactamente es lo que está pasando por estos días al ultraderechista, homofóbico, misógino y anti ambientalista Jair Bolsonaro a quien los brasileros eligieron presidente en mala hora. Durante toda su campaña, (accidentada por cierto porque trataron de matarlo en una manifestación cuando lo llevaban en hombros), el señor Bolsonaro predicó que había necesidad de aumentar el área de la tierra brasilera cultivable o pastoreable y que como tal desarrollaría una serie de medidas para autorizar a agricultores y ganaderos a tumbar selva amazónica e incorporar esas tierras la productividad nacional.
Se desesperaron tanto los poderosos y apoyados hombres del campo brasileros por limpiar monte, que terminaron usando la candela para acelerar la tumbadera del bosque y hoy en día han armado un infierno que amenaza a la humanidad. Pero más grave aún, el señor Bolsonaro en vez de buscar ayuda internacional o de tomar medidas para poner alivio a la conflagración emprendió baterías desde sus trincheras presidenciales contra los ambientalistas a quienes acusó de ser los causantes de los incendios.
Evo, el de Bolivia, que había conseguido una ley para aumentar la frontera agrícola en Santa Cruz y se sintió culpable de haber propiciado en menos escala lo que Bolsonaro aupó de manera exagerada, actuó inmediatamente y con las uñas o con gigantesco avión cisterna alquilado trata de apagar el incendio. Ahora le corresponde a Bolsonaro defenderse de la condena mediática y presidencial de muchos países del mundo y por qué no, poner sus barbas en remojo para ser juzgado en la CPI por crímenes contra la humanidad.
@eljodario
EL DOLAR NOS TOCA
La mayoría de los lectores de esta columna, y los oyentes por el podcast, no parece preocuparles el alza mayúscula que ha sufrido el dólar por estos días. Para bastantes es un problema financiero que no les toca y que deben solucionarlo, si mucho, entre el ministro de Hacienda y el Banco de la República. Pero más temprano que tarde el alza del dólar nos va a destornillar a todos. A los que comen un par de huevos diarios al desayuno como a los que viajan en diciembre a vacaciones en Miami. Como Colombia importa la gran mayoría de los alimentos que consume o una gran cantidad de la materia prima que usa para fabricar productos, el alza de dólar va a significar directamente otra alza proporcional en la canasta familiar.
Si miramos en más detalle el desayuno mencionado, podemos medir la magnitud del efecto que nos causa el dólar. Las arepas, hechas en su gran mayoría con maíz importado de Estados Unidos, tienen que costar más con el dólar más alto. Los huevos no los importan, pero el concentrado que se comen las gallinas está hecho a base de maíz y de otros granos, importados pagados en dólares. Y el trigo para hacer el pan. Y si es paisa y le mete un chorizo o un chicharrón al desayuno, también tendrá que pagar más. Los cerdos los alimentan con ese mismo concentrado. Ahora ni hablemos de los precios a donde se treparán los celulares que todos usamos y los computadores y los vehículos y las motos con partes importadas y las lentejas y hasta los limones ecuatorianos.
Muchos dejarán de ir a Miami y quizás tampoco irán a la Costa porque los pasajes aéreos deben subir y la gasolina para el carro o para el avión, se trepará con la bizarría con que las peleas entre el emperador de China y el señor Trump arrecien. Y no me meto a analizar lo que será la inflación y la manera como a todos nos resultará más costoso, ni cuántas cosas dejaremos de comprar. Desayunemos más bien.
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