1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Colon tuvo la culpa @eljodario

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

La petición del presidente de México al rey de España y al papa para que presenten públicas disculpas por la conquista arrasadora de México está sobrada de razones. La historia oficial no ha querido  visualizarlo así porque la escribieron los ibéricos ganadores, no los  aztecas perdedores. Pero por estos días hay una gran oleada revisionista sobre la manera miserable como los españoles acabaron con la civilización azteca y con la inca y como asesinos de la calaña de Belálcazar arrasaron con los sembrados y poblados de los indígenas desde Pasto hasta Antioquia, mataron y obligaron a huir a los machos acabando con sus sementeras y les hicieron el amor a sus indias para preñarlas y sembrarnos la semilla de las cual descendemos (así no lo reconozca el nuevo director del Archivo Histórico, el señor Serrano).

Como tal, la culpa se la están echando a Cristóbal Colón por haber descubierto a América y a los españoles por haber desmoronado los imperios azteca, maya e inca y aniquilado con la cruz de la iglesia y la espada de los conquistadores, unas civilizaciones que hoy nos llenarían de orgullo.

No sé qué tantas bolas le paren el rey de España y el papa Francisco al reclamo de López Obrador, pero lo que sí sabemos es que el presidente de México no está diciendo mentiras. Los españoles nos trajeron la civilización de occidente de la mano de la inquisición pero acabaron con la cultura americana. Los españoles y la iglesia nos forjaron el país que hoy tenemos, dándole trato miserable a los indígenas y a los esclavos negros africanos y nos dejaron de herencia la lengua, el papeleo, los blasones y las picardías. Reclamarles ahora por el daño que nos hicieron es invertir la pirámide de la historia, es poner patas arriba la manera como nos contaron y quisieron que enorgulleciéramos la herencia española y minimizáramos la americana.

PALENQUERAS Y POLICIAS

Hacía mucho tiempo no acudía a una manifestación de protesta. Lo hice el pasado martes en Cartagena para acompañar a las 50 o 60 palenqueras que bufaban  por la aplicación miserable del Código de Policía, que no las deja vender las frutas que cargan en platones hace siglos equilibrándolos  en sus cabezas. Se sentía fervor patriótico viendo estas mujeres, casi todas gordas, envueltas en sus colorinches, denunciándole al país y al mundo, que las conoce y las identifica, que por la insaciable sed del régimen naranja de perseguir al pueblo, ellas no pueden vender sus frutas en las calles y plazas de Cartagena porque les aplican el código de marras.

Poco o nada importa que el general antinaranjista que nombraron desde la casa de Nariño para que dirigiera la Policía se haga el vendejabón y continúe aplicado el Código para arropar a los hombres bajo su mando en un manto de desprestigio. Menos que al presidente de la economía naranja le mamen gallo los policías boicoteándole su idea de convertir el turismo en el baluarte futuro de la economía nacional. Estamos bajo el régimen de los chafarotes y como tal la represión es la herramienta de quienes no quieren la paz sino generar de nuevo la violencia. No hay Corte Constitucional capaz de derogar de un tajo semejante esperpento. No hay ministro de Defensa que obligue a un curso a los 200 mil policías bajo su mando para que aprendan a administrar el sentido común. Menos que hay Congreso de la República que reconozca su propia estupidez y anule lo que volvió ley de la nación. Las palenqueras rebosantes de colores en sus cabezas y sus faldones, protestando ante la estulticia de una norma, son la voz de un país que le grita desde Cartagena  a sus policías vestidos de verde desteñido lo despreciables que los volvieron.

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