1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El estudio y los estudiantes

 

Darío Ruiz Gómez (foto)

Hace ya  veinticinco  años que me jubilé  como profesor universitario y ningún día pasa sin que yo  haya dejado de defender la misión de la Universidad  luchando contra la desidia oficial puesta de  presente   en su eterna desfinanciación económica,  pero  luchando también   contra las fuerzas  de la barbarie que no han dejado de atentar  contra  la libertad de pensamiento,  destruyendo , en su momento, bibliotecas,  laboratorios, persiguiendo a quienes se oponían   a sus desacreditadas  consignas  contra  contra una “cultura burguesa” que supuestamente  debía ser reemplazada por la nueva cultura de obreros y campesinos. Lo que quiero señalar  es que lo que durante las últimas tres décadas llegamos a  vivir  y padecer  en la universidad ha sido el reflejo  por un lado de la crisis de nuestros  valores sociales  pero por otro el descrédito del dogmatismo  totalitario que nunca ha querido asumirse. El balance de lo que supuso Mayo del 68 como paradigma de revuelta estudiantil contra la sociedad burguesa  es inobjetable: aquello no pasó  a mayores porque sencillamente fuera de dos o tres graciosos grafittis, nada quedó como un objetivo a cumplir en lo único que lleva a una sociedad al cambio: el conocimiento. Los pensadores que acompañaron las distintas revueltas estudiantiles, Sartre, Marcuse, entre otros,  pudieron constatar que sus propuestas para una nueva universidad no se cumplieron pues prontamente los rebeldes de ocasión regresaron  mansamente al redil. (Lea la columna).